4 de diciembre de 2006

Gracias por la música





Ayer estuve en un concierto muy especial. Era especial, sobre todo, porque los músicos que componían la orquesta eran bastante jóvenes.
La obra que interpretaron fue el famoso Réquiem, de Wolfgang Amadeus Mozart; magnífica obra y, para placer propio, mi favorita.

Son muchos años de estudio, preparación y ensayos los que se necesitan para llegar a tocar como lo hicieron estos jóvenes.
Mucha, también, la afición y vocación para mantener la constancia que supone llegar a ser un buen profesional.
Me enorgullece encontrar, cada día más, estas aspiraciones y estos logros entre la juventud de hoy.

Me gusta la música y siempre tuve el deseo de aprender a tocar algún instrumento, especialmente el piano; así que, aunque yo no lo haya logrado, ver frente a mí a tan buenos y jóvenes músicos me emocionó bastante.

Todo esto es posible gracias a padres que sienten amor y respeto por la música y que saben transmitirla también a sus hijos; gracias a profesores llenos de entusiasmo y motivación que llenan de ánimo las aspiraciones de estos jóvenes, y, finalmente, gracias a ellos mismos por el tiempo y dedicación que ejercen cada día para llegar a dominar los secretos de cada instrumento.

La música es un placer, pero oírla desde la habilidad de unas manos llenas de futuro es mayor placer todavía.
Gracias a todos los que han hecho que esto haya sido posible una vez más.
En este año 2006 se conmemora el 250º aniversario del nacimiento de W.A. Mozart, un aliciente más para seguir fomentando el auge y desarrollo de centros para el estudio musical, allí en donde aún tales ciclos formativos no sean posible.
La música es cultura, por lo tanto, fomentémosla.

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