10 de enero de 2007

Desde la orilla


Nada más efectivo para aclarar ideas que poner distancia y pasear junto a un mar solitario.
Unas veces se despejan dudas, otras en cambio, las dudas aumentan.
En mi caso se aclaran, porque el mar por compañero, me hace bien; por eso siempre lo voy buscando.

Me siento más viva junto a él; las ideas me van y vienen al ritmo de las olas.
Su mansedumbre complaciente me lleva de la mano y paseamos juntos; como viejos amigos que se confortan.
Nunca me enfrenté a él, como los hombres de la mar, que conocen su traición; simplemente nos tuteamos y como un manso animal, a veces, deja que me acerque.

Cuando estuvimos furiosos, alguna vez, nos preguntamos si éramos los mismos...
Pero yo sigo respetando su fuerza, porque siento dentro su latido que me azota, intentando debilitarme hasta el agotamiento con sus olas, pero siempre amanece tras la tormenta y nuevamente, más calmo,volvemos a acercarnos.
Él me enseñó las huellas que dejan nuestros pasos: huellas firmes, temporales y distintas.

Me presta su calma para que yo descanse en ella y me levante después; mientras, a cambio, le ofrezco compañía y le permito explorar mis pensamientos.
Nos miramos en silencio, frente a frente, y tras reconocernos, miramos juntos ese vuelo pertinaz de las gaviotas que graznan sobre nosotros. Mientras, paseamos paralelos...

Nada mejor que respetarnos y saber que nuestros mutuos soliloquios se convierten en largas conversaciones cuando estamos juntos.

Me empapo con su abrazo y sin embargo, siempre quiero volver a abrazarlo...
Dicen que nos separa toda una orilla, pero nunca supimos dónde empezaba ni dónde terminaba.
Tenemos un pacto: él sumerge todo lo que le cuento, mientras yo mantengo a flote todo su silencio.

4 comentarios:

Candelas Sanchez Hormigos dijo...

Me gusta el mar, desde siempre y te comprendo perfectamente.
En los días de tormenta su rugido me ayuda a sacar de mi el dolor rugiendo con él.

Cuando está en calma, sus dulces olas lamiendo mis pies me tranquilizan, me acunan.

Cuando vuelvo a su orilla, en los veranos, es como si volviera a casa.

Hermosos recuerdos.

Anónimo dijo...

:-)

Gonzalo Villar Bordones dijo...

es mar es siempre un activista de la paz, nuestra paz.

Unknown dijo...

Ojalá lo que se sumerge en el mar fueran sólo los secretos de mucha gente. Seguro que tus palabras dan esperanzas a un mar al que hemos enfermado. Pídele perdón de mi pequeña parte de culpa.
Salud, para el mar