12 de febrero de 2007

Aquella noche de cine...

Hoy, a pesar de que la tierra tembló en mi ciudad, yo no me enteré, por suerte; porque siento cierta angustia al recordar una calurosa noche de verano de mi infancia...


Esa noche, mi abuela decidió llevarnos a mi hermana y a mí al cine de verano.
Por aquel entonces abundaban los cines de verano, con sus incómodas sillas y sus terrazas al fondo, donde se podía degustar su “selecta nevería”, mientras se disfrutaba de los refrescos y cervezas más que de la película de turno.

Hablo de los años 1968 ó 1969, más o menos; yo tendría entonces unos 8 ó 9 años y padecía una imaginación desbordante, cosa que me convertía en una turbulenta fábrica de sueños, pesadillas, aventuras e inquietudes sin solución.
Esa noche, sin saber qué película era la proyectada, mi desesperada abuela creyó oportuno distraer nuestras consabidas travesuras con dos maravillosas horas de tranquila proyección.

Hasta ahí todo bien, entonces recuerdo a mi abuela preguntarme ante la pequeña ventana de la taquilla del cine:
- ¿Seguro que después no tendrás miedo? –
Por supuesto que yo, con tal de entrar al cine, hice un gesto de negación, ya que me sentía tan valiente y adulta como ella y mi hermana mayor.
Fue cuando poco a poco descubrí que la película trataba de un terremoto famoso, el terremoto de San Francisco; justo San Francisco era el nombre de la película; protagonizada por el siempre indestructible Clark Gable.

Esa noche mi corazón aprendió a tener palpitaciones extremas, mis párpados no podían cerrarse del asombro y mi cuerpo temblaba tanto como la ciudad de San Francisco, a la que veía desplomarse poco a poco ante mi vista, mientras los coches eran prácticamente tragados por las múltiples grietas abiertas sobre el asfalto, las personas caían tras desprenderse fachadas completas de sus edificios, los puentes se balanceaban como cuando, en un respiro feliz, pude recordar el dulce momento de saltar a la comba, durante un breve lapso de tiempo.

Salí aterrorizada del cine, y me juré que yo nunca pasaría por un terremoto tan infernalmente desagradable, desde mi ignorancia infantil.
Desde entonces he vivido más terremotos, por supuesto, nunca tan terribles como ése; pero sí estoy segura de que cuando los presiento, mi corazón late a la misma velocidad de aquella noche, cuando aún pensaba, ilusa de mí, disfrutar de una plácida y divertida noche de cine de verano...

15 comentarios:

poca luz dijo...

...te acabo de dejar un comment en el anterior y ya tienes un post nuevo!! jaja.

De pronto me llevaste a los 60 y padecí tu miedo infantil!!...genial!!

Isabel dijo...

Nada que demostrar : Y... ¿cómo puedo frenar tantas cosas que siento?
Sí..., miedo infantil...,eso creéis. ;-)
Temo que creció conmigo,jaja....
Un beso.:-)

thoti dijo...

.. ¿no comías pipas?.. :-)

Isabel dijo...

Poeta: Jajaja...,la verdad nunca me gustaron demasiado,me pone nerviosa escuchar continuamente ese sonido repetitivo de partirlas...
Pero es verdad;¿quién separa un cine de verano de las pipas?
Me trajiste a la memoria ese sonido de pipas,Poeta;¡qué recuerdos!...
Venga ,todos al cine que la primera sesión comienza... ;-)

LlunA dijo...

Me ha gustado poder sentir mientras leía tus palabras la sensación que deja en el cuerpo un terremoto...
;)

Isabel dijo...

Lluna,te aseguro que no tiene ninguna gracia experimentarlo...
Menos cuando es real...
Ni se te ocurra averigüarlo ;-)
Besos.

LlunA dijo...

no no...no quisiera vivirlo en realidad!!!

Aunque hay muuuuuuuchos tipos de terremotos diferentes.... ;)

Isabel dijo...

Seguro que sí,Lluna;sobre todo esos "locos bajitos"... ;-)Beso.

Anónimo dijo...

traen recuerdos de dobles sesiones y tortilla de patatas :)

!beso!

JuanMa dijo...

Pues yo me quedo con la imaginación desbordante.

Es maravilloso tener imaginación, y nos abre muchos caminos a lo largo de la vida. Pero hay una época, de niños, cuando aún no está "domesticada" en la que no hace más que meternos en líos...

Anónimo dijo...

Antes de cumplir los diez años vi Psicosis en un viejo cine de barrio con mis primos mayores. Aquella tarde de cine convirtió las duchas en casa de mi abuela en una autentica tortura psicológica…
El agua cayendo por la vieja manguera de acero, y una cortina de plástico beige empapada rozándome el cuerpo, dibujando sombras chinescas sobre la tela…

Isabel dijo...

Sofía: nunca el tiempo pasado fue mejor que el actual que disfrutamos;recordemos,pero no añoremos. ;-)

Juanma: la imaginación es una llave,nos abre o nos cierra puertas,según sepamos manejarla...
Grcias por tu visita.Un abrazo.

Itoitz:la pura ficción empezaba en nuestras mentes torturadas por amor a la cinemanía...
Saludos, ya con nocturnidad y alevosía... :-)

Gasper dijo...

Me encantó tu recuerdo cinematográfico.

Pero acabo de ver Armagedón y siento que esta noche me quedaré despierto, sentado en el techo, y mirando hacia arriba para ver si se atreve a caer ese tremendo meteorito.

Te mando un beso de película

almena dijo...

Cómo se aferran a veces los recuerdos ingratos!

Un saludo!

Isabel dijo...

En verdad, Almena,ahora todo visto desde la distancia del tiempo aún me sigue pareciendo entrañable ese recuerdo,quitando la impresión que me acusó,evidentemente. :-)
Bienvenida por aquí,y gracias por dejar tu comentario.