25 de octubre de 2007

Babel

Frente a la puerta del ascensor hay varias personas que lo esperan; ninguno de ellos se conoce, nunca antes se habían visto.

Cuando se abren las puertas se ceden el paso, con un mínimo de cortesía.
Dos hombres y una mujer joven.
El primero en entrar pregunta la planta a la que desean subir los demás y pulsa los botones; todo un detalle de su parte…

Uno de ellos porta un maletín, mira hacia arriba, como si las luces estuvieran llenas de pequeñas polillas, sobre todo por la atención excesiva que le presta al techo.

La mujer, ajena a sus compañeros de trayecto, manipula su móvil tecleando con rapidez.

El que pulsó los botones, debió perder alguno, porque se empeña en mirar al suelo con fijación, mientras va dando pequeños golpecitos con sus zapatos de manera nerviosa.

Vuelven a abrirse las puertas, en la quinta planta sale el hombre del maletín, hace un simple gesto con el rostro y sale sin decir nada…

En la octava planta, con un incomprensible “hasta luego” se despide el hombre de pies inquietos.

En la doceava, tras darse un rápido retoque de carmín frente al espejo , la mujer lo guarda en su bolso y sale tranquilamente; como si nada hubiera ocurrido en los minutos precedentes.

En realidad, tres personas han sufrido la incómoda sensación de estar encerradas con unos extraños con los que parece imposible entenderse; la actitud de la mayoría es ignorarse o mirar a los otros cuando no están siendo observados y ,sobre todo, evitar el temido cruce de miradas...

Qué distinto sería si tuvieran que convivir durante más tiempo, ¿serviría para algo hablar sobre el clima?
A veces, el recurso que menos comprendo es la hostilidad del silencio…


9 comentarios:

El búho rojo dijo...

Gran Hermano en el ascensor...

Permíteme la pequeña broma, aunque lo cierto es que nadie podrá decir que no es cierta la imagen que tan bien has expuesto...

Parece mentira que nos cueste hasta hablar del tiempo, que era lo que se hacía antaño...

Por cierto... ha refrescado mucho ¿verdad?

:-)

Candelas Sanchez Hormigos dijo...

La incomunicación, el no conocer al vecino, no saber del compañero de dos plantas más abajo.

Hay que reconocer que esos minutos pueden ser los más largos del mundo.

Pero sabes, prefiero el tiempo, el clima, que el silencio.

Besitos

thoti dijo...

.. jeje que curiosos que somos los seres ¿humanos?.. bueno todo viene según los psicologos (o al menos algo de eso creo haber leído) de necesidad de nuestro propio espacio vital que invadido de alguna manera a tan corta distancia por personas a las que no hemos invitado a penetrar nos hace sentir incómodos.. pero tienes muchísima razón Isabel.. ser simpáticos y comportarnos como seres humanos racionales no supone nunca ignorar o hablar solo del tiempo.. :-)
.. besos amiga..

almena dijo...

Has retratado esa situación cotidiana que el ascensor nos depara.
Ahora pienso... somos todos casi iguales en nuestros tics!!
Mirar al suelo, al techo, el reloj...

Que tengas un domingo feliz
:)

LlunA dijo...

Es que a veces nos quedamos sin ganas y nos quedamos sin palabras...que en un ascensor podría haber vida...en cualquier sitio...como los abuelos que esperan cita con el médico y parlotean entre ellos a ver quien está peor...sin conocerse, sin miedos, sin molestia, sin más que algunas palabras para pasar el tiempo sin soledad.

Besotes

ahhh dijo...

Situaciones que se repiten a diario, extraños que están tan cerca que casi nos rozan, nos incomodan, se adentran en nuestro espacio personal. El problema quizá venga al tratarse de una situación forzada, no deseada, cuando nos vemos obligados a compartir nuestro espacio con extraños. No sé si en estas ocasiones es mejor el silencio o hablar de banalidades.


Silencio prolongado el mio últimamente, pido disculpas, no es incomunicación, ni incomonidad, es sencillamente falta de tiempo.

Un beso

Anónimo dijo...

Es verdad.

Soy un excremento de persona pero multimillonario y por ocultar a Luc�a Ang�lica Folino debajo del Top Manta, por orden de Gabo y la comandancia de Marcos, con quien me reun� junto a Serrat en M�xico, gan� la peor lacra sanguinaria que tuvo y tendr� Argentina; una montonera sin condiciones m�s que para el negocio de su propio beneficio que vender� el patrimonio argentino a EE.UU y Espa�a, como hizo antes la oligarqu�a de los Alsogaray.

El Norte podr� seguir saqueando las minas de oro y volver a recuperar sus conquistas a partir de Argentina quien se enfrentar� a Venezuela por el dominio del Mercosur.

He cumplido mi parte del plan. El Pr�ncipe de Espa�a y Letizia me deber�n pagar mi parte por el saqueo y la victoria sobre los indios.
Soy un esp�a deleznable.

Los infelices sudacas dominados desde la prensa por nosotros los del grupo Prisa/Clar�n podemos decir que son monos o cobayos experimentales y continuar viviendo holgadamente a costa de las Am�ricas.


Luc�a, mi musa full time (pero toda la platita es para m� que era la �nica oposici�n verdadera al r�gimen de la corrupci�n donde el fin no justifica los medios. Otro triunfo de los jud�os en el mundo.

Gracias por la complicidad, camaradas.

Joaqu�n Sabina.

Nobska dijo...

Ajá! Muy acertado relato. Menos mal que el silencio dura muy pocos minutos. Me recuerdas a varios de los viajes que hago por avión. Sentada al lado de unos inmutables norteamericanos por más de 6 horas, y sin ni siquiera decir buen dia !!!!!! Entiendo que exista la necesidad de un espacio personal que no sea invadido. Pero como humanos también existe la necesidad de reconocimento. Lo cortés no quita lo valiente.
Te mando un fuerte abrazo que no se conforma con el silencio.

Carmen dijo...

y es que ya ni siquiera se silban canciones...

mucha razón, Isabel.

Besazos