24 de abril de 2010

El cielo habitado

Si tuviera que elegir la banda sonora que me ha acompañdo durante casi toda mi vida podría decir, sin dudar, que ha sido el alborotador sonido de los vencejos (Apus apus), los aviones (Delichon urbica), las alegres golondrinas y, nuestros pequeños amigos, los gorriones.

Hasta los veintidós años tuve la suerte de vivir cerca de una de las colonias más importantes que, por entonces, existían en mi provincia; al menos durante los años 1960 - 1980.

Anidaron allí aprovechando el abandono de una de las estructuras más altas que existía en la ciudad; por suerte crearon, como digo, una gigantesca colonia de vencejos, digna de contemplarse con la llegada de cada primavera.
De hecho, cuando llegó la hora de concluir el grandioso edificio, acondicionaron en los tejados y zonas más altas de dicha torre una amplia zona para que pudieran continuar anidando los vencejos y otras aves en el mismo lugar; a día de hoy aún siguen anidando allí.

Vencejos rápidos, incansables y vivaces que se mezclaban con el liviano y ágil vuelo de las,también, recién llegadas golondrinas.

Todo un gran espectáculo aéreo que, año tras año, pude contemplar a través de mi ventana.
Los ecos de sus cantos golpeaban mis oídos cada mañana, ayudándome a salir de mi letargo nocturno.

Me maravillaba su incansable ir y venir; ya que los vencejos, dada la longitud de sus alas y la cortedad de sus patas no suelen posarse en el suelo, pues su propia naturaleza le impide despegar desde el mismo.
Así que suelen refugiarse en los agujeros de nuestros tejados y edificios más altos para anidar.
Con el retorno de la primavera, ese inconfundible sonido vuelve a deleitarme de nuevo, alegrando mis oídos y, en consecuencia, mi alma.

Son pequeños momentos de paz en los que no consigo distinguir los múltiples sonidos que me llegan dispersos de la ciudad; sólo me concentro en el cielo habitado y tan lleno de vida que se encuentra frente a mí.

Entonces pienso que todos deberíamos elevar nuestra vista más a menudo y comprobar que en otras alturas también suceden cosas que merece la pena contemplar…
Queda claro que si algo me apacigua aún es tener la cabeza "llena de pájaros"...


Imagen: Wikipedia

17 comentarios:

Fernando dijo...

esos dinosaurios alados...

zel dijo...

Yo suelo quedarme embobada mirando el cielo y todo lo que por allà sucede, Isabel...

thoti dijo...

.. paso a dejarte un abrazo..

josef dijo...

que bonito...yo podría estar horas viéndolos evolucionar. son los mejores "aviones" que existen en la naturaleza...

El viejo farero dijo...

Si tú y yo hablamos de mismo a ese edificio le llamábamos el edificio de los pájaros y albergaba la mayor colonia de vencejos de Europa.

Juan Ramón Jiménez comparaba el revuelo que forman las golondrinas con el de los críos a la salida de clase en los colegios. A mi me encanta verlas volar a ras de suelo, girar de repente como si hubiesen recordado algo, jugar a dar besos al agua... Ya ves lo bonitas que son algunas ciudades que hasta los pájaros regresan a ellas cada primavera.

Un beso.

Isabel dijo...

Fernando, desde siempre me han gustado las aves y observarlas; ya en tierra o bien en vuelo.
Me siguen pareciendo más escantadoras que los dinosaurios jaja,por suerte no compartí esa época. ;-)
Gracias por tu visita,amigo.


Zel,entiendo entonces que eres de las mías,amiga... Somos afortunadas,pues... :-)Buena semana,besos.

Thoti,abrazo recibido con mucha ilusión; por cierto, preciosas tus última fotos de aire marinero...
Ya ves que te sigo, eh ... ;-)
Un besote y que tengas mejor semana siempre.


José,como los seres humanos, cada una de las aves está dotada para algo especial..Un abrazo y gracias.

Farero,llevas razón; nos referimos a la misma.Eres buen conocedor de mi ciudad entonces,o al menos tienes más o menos mi edad. ;-)

Me has recordado una anécdota:un día tomamos mi marido y yo un taxi y le dijimos al taxista que nos llevara hasta la torre de los pájaros; en ese instante se echó a reir diciendo que hacía mucho tiempo que nadie le habia dicho ese nombre(torre de los pájaros) al referirse a dicho edificio.
Ahora sabes que ya se la conoce con el mismo nombre del barrio en donde está situada. Pero cuando alguien la nombra de esa manera,de los pájaros, es porque ya tiene algunos añitos jaja;vamos como yo misma...

Me alegra que te guste mi ciudad; lo mismo es la tuya jaja,quién sabe...
Un abrazo y de nuevo felicidades por tu primer aniversario de blog.

El viejo farero dijo...

Sí, compartimos ciudad.

simply blue dijo...

me produce tranquilidad observar a los pájaros, su vuelo limpio, complaciente, me trae la sensación de libertad, y sus sonidos, ese murmullo que me acompaña muchas veces en mi mundo, mi tiempo, mi espacio, me gusta......por mi jardín vienen mucho, y muchas veces solo hago eso, sentarme y contemplarles por allí y volando en el azul cielo....solo hacen falta muy poquitas cosas....

un beso,

Isabel dijo...

Me alegra,pues, que puedas compartir también la luminosidad de estos días,amigo.Buena jornada.:-)
Un abrazo.

Isabel dijo...

Simply blue,cuánta razón llevas,sólo hacen falta muy poquitas cosas...
No necesariamente el don de volar,aunque sí con la imaginación, y,evidentemente, el gusto por la observación,amiga; que veo no te falta tampoco...
Un besazo y gracias por tus comentarios...

El búho rojo dijo...

Querida amiga... me ha gustado la despedida... pero comparto lo que dices... ya hemos dejado de ver las estrellas y a este paso, dejaremos de ver los pájaros...

Un beso

Con tinta violeta dijo...

Fantástica reflexión amiga, creo que si todos tuviéramos a cabeza llena de pájaros, este mundo funcionaría muchísimo mejor...porque lo que vemos a nuestro alrededor es un montón de cabezas de serrín...ja,ja.
Genial tu composición...y que agradable despertarse "en plena naturaleza" con esos cantos.
Besos

Walden dijo...

Qué bonito título y texto. Tengo recuerdos muy semejantes. Es posible que algún día tenga un accidente de coche por la manía de mirar hacia arriba cada vez que veo una rapaz. Sí, es una buena forma de despegarse del suelo.

Un abrazo.

Mar dijo...

Despues de leer la entrada, no puedo menos que reconocerme en alguna parte del texto recordando mi niñez, cuando al atardecer, en primavera, algunas bandadas de pájaros surcaban el cielo cantando. Yo desde el callejón junto a mi casa, los miraba hasta que los perdía de vista mientra merendaba pan y chocolate... ay, que nostalgia!

Un abrazo, Isabel.

Isabel dijo...

Pablo,al menos yo no dejo de contemplar las estrellas ni todo lo que creo que, aún, sigue mereciendo la pena...
Lástima que la mayoría de las veces son la falta de tiempo y la prisa las que hacen que estemos demasiado cansados para algunas cosas...
Me alegra saludarte ,amigo.Nos hace falta echar algún ratillo de debate en la "mesa de camilla",¿no crees?;-)
Besotes.

Paloma, esta vida que nos rodea no siempre es la más adecuada,pero al fin y al cabo es la que elegimos vivir.Sin embargo esto no nos impide disfrutar de algunos pequeños placeres... Que sea lo más a menudo posible,amiga.Un abrazo.

Walden, puedo decirte que yo tengo la misma manía,siempre estoy oteando el cielo y la única diferencia es que en el coche lo hago mientras otro conduce jaja,por si acaso...
Besos.

Mar,esas palabras que has nombrado en tu comentario -pan y chocolate- se merecen un tema aparte..jaja.
Wow,aún siento ese viejo placer en el recuerdo. No podemos negar que hay sensaciones que basta recordarlas para hacernos sentir bien. Gracias por tus palabras.
Un abrazo.:-)

Anónimo dijo...

Cuando llegamos a vivir a este pueblo mío a finales de los 70, se plantaron infinidad de árboles en las urbanizaciones nuevas y en los jardines municipales que se realizaron en aquella época. Ahora, treinta y tantos años después el canto de los pájaros acompaña nuestra vida cotidiana y como bien dices, solo con levantar la mirada al cielo se ve un espectáculo sorprendente.

En mi camino a la oficina, temprano, muy temprano me acompaña el canto de los mirlos llamando a sus parejas ¡fabuloso!

Y no sabes como me gusta que tengas “la cabeza a pájaros”

Besos a miles.

Candela

Isabel dijo...

Candela ,pues a mí me encanta que sean los mirlos,entre otros muchos pajarillos que nos rodean casi sin percibirlos, los que acompañen tu caminar para alegrarte la vida un poco más.:-)
Siempre tan amable,amiga.Gracias.
Nos seguimos,ya sabes...
Besazos y muy buen día.