La cabra loca...

Cuando era pequeña me gustaba salir en las fotos, aunque siempre “metía la pata”. Todos posaban tan “formalitos” y yo siempre hecha un desastre y a mi aire, conservo algunas pruebas fotográficas que lo demuestran…

Por aquel entonces me decían este refrán:“ las cabras siempre tiran al monte”, porque cuando mi familia y yo hacíamos alguna excursión al campo,a pasar el día, si querían localizarme sólo tenían que buscarme en el punto más alto que se divisara por los alrededores.

Siento pasión, desde pequeña, por los lugares elevados y sus vistas panorámicas.
Allá donde hubiera una elevación del terreno, algún pináculo, roca muy alta o mirador, allí estaba yo, la primera siempre en subir.

Evidentemente han pasado los años, pero me sonrío al darme cuenta que, en el fondo ( muy,muy en el fondo ya) sigo siendo esa niña con afición a las alturas.

Claro que, ahora, subir ya no es lo mismo; cuando era pequeña, antes de contar cinco minutos, ya me encontraba en el pico más alto; ahora a los cinco minutos me he tenido que parar,por lo menos, tres veces para tomar aliento porque no doy más de sí.

Pero bueno, sigo intentándolo; aunque ahora, evidentemente, tarde más en llegar.
Todavía me sigue mereciendo la pena el esfuerzo…

A veces pienso que llegará el día que no pueda hacerlo y entonces, dejaré de sentirme “la cabra loca” de la familia y, simplemente, me habré convertido en una mansa “oviejita”. Sé que vais a captar el sentido de esta última palabra, aunque lógicamente no intentéis encontrarla en el diccionario de la R.A.E.

Ojalá ese momento tarde mucho tiempo en llegar, porque, desde ese mismo instante, empezaré a perderme todas esas bellas imágenes que ahora intento ir almacenando en mi recuerdo para disfrutarlas, espero, durante una relajada y tranquila vejez…
¡Nunca se sabe!...