25 de mayo de 2010

Sólo la vida

Dónde se detiene el sendero…
Dime…Ni siquiera los pies
pueden concretarlo.

No hay marcas en la tierra,
ni carteles anunciando
“hasta aquí llegamos”.

Voy más despacio que nunca
y aún sigo avanzando.
No soy yo la que adelanto…

Es esta sombra que crece
con el sol a mis espaldas…
No voy aligerando el paso,
sólo la vida…


Imagen: gagilas

22 de mayo de 2010

Memento

Si algo tiene Mayo que me gusta es la maravillosa sensación que me provoca el descorrer las cortinas de mi habitación cada mañana y llenarme con su luz especial.
Abrir las ventanas es como desplegar unas alas que se disponen a volar.

La vida se agita… La frenética actividad de los pájaros, la fecunda floración que tapiza jardines, macetas y campos equilibra la astenia primaveral que alienta mi estado alérgico.

Es difícil no dejar escapar mi pensamiento ante tal escenario; el mío siempre fue ave fugaz que gusta de la excitación que provoca el recuerdo…
Cuando miro se me escapan, de golpe, todas mis miradas contenidas…

Casi sin darme cuenta regreso hasta lugares conocidos, llevada por la brisa de la mañana acabo volviendo a los fados de las callejuelas lisboetas de Alfama; alegres "ruas" coronadas con ropas tendidas al viento, que se sumergen en las corrientes marinas que cruzan sus escalinatas.

Se me escapa también el pensamiento hasta un lluvioso y gris amanecer en la Mariña lucense; allí sólo se escucha el rumor del riachuelo que corre a los pies del pazo hasta el viejo molino, mientras la neblina juega al escondite con las delgadas copas de los árboles del cercano eucaliptal, regalando su penetrante y húmedo aroma al aire de la mañana y a mis sentidos.

Se me va el pensamiento, sin doma ni enganche que lo contenga; se va suelto de bridas en busca de una calurosa mañana que no ralentiza el paso en las calles parisinas; una ingente actividad se agita entre el ir y venir de transeúntes que cruzan sus avenidas para desaparecer, después, bajo los accesos del Metropolitano.

Un viejo acordeón se oye dentro del vagón, la tristeza suena en los subterráneos de Paris, corre la nostalgia por sus venas de hierro…

La música se detiene frente a los azulejos que indican Montparnasse, pero mi emoción sube a la superficie de la fascinación; bulle la ciudad, igual que bulle ahora ante mi ventana con diferentes colores y sonidos.…

Cada ciudad tiene sus propios sonidos, sus diferentes olores que la marcan para siempre, sus reflejos únicos que se acaban grabando en la memoria…

Como tantos atardeceres que se quedan atrapados en las pupilas, perennes acuarelas indelebles.
Así permanece en mi mirada el destello que se dispersa con la corriente serena del Adige, rodeando la verde colina que recibe el contraluz naranja del ocaso.


Como anaranjado, también, es el crepúsculo que se sumerge en el azul indescriptible del Tirreno, cuando el día se despide de las islas en la costa napolitana o en las orillas salinas y pedregosas de Trafalgar.


Y se va… Se me escapa el recuerdo tras la vida o quizás es mi vida la que se va con los recuerdos…

Pero aún necesito seguir abriendo las ventanas y respirarla, sentirla...
Saber que todo lo que vivo permanece conmigo y que puedo volver a vivirlo con sólo cerrar los ojos…

Que después de algún tiempo aún puedo volver a sentirlo dejando escapar mi recuerdo con la excitación de los días de mayo…

Imagen: Alejandra Mavroski

14 de mayo de 2010

Summa iniuria

"Summum ius summa iniuria"
(Cicerón)



Hoy está todo mucho más oscuro; me duelen los llantos, los desaparecidos, los ignorados, los humillados, los “paseados”…

Me duele la venganza de las manos limpias, la risa de los que se sienten victoriosos; me duele esta patada en el culo de la verdad.

Me duelen los muertos que creían en la justicia y los vivos que confían en la ley.
Hoy me avergüenza la impunidad de la mentira.
Hoy siento asco de esos lobos que, con afiladas uñas, despedazan con sigilo su codiciada presa.
Hoy se me revuelven las tripas y vomito sobre mi desesperanza…



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Sr. Garzón, en una madrugada de Abril del año 2003, cuando Sevilla festejaba su alegría, que era la nuestra, nos escribió, de su puño y letra, "el deseo de suerte para siempre”.
Hoy somos nosotros los que le deseamos, de corazón, la mejor de las suertes…

11 de mayo de 2010

Arma de comprensión masiva

Los labios nunca delatan la historia de los besos dados; boca con labios sellados.
Las manos nunca cuentan las caricias, ni la fuerza, ni las horas que trabajamos.

Nuestros pies no regresan a todos los caminos andados, ni siquiera nuestras huellas caminan a nuestro lado.

No son nuestros ojos los que ven por los demás las cosas que divisamos, ni los oídos nos cuentan lo que otros escucharon.
Cada persona es un mundo...

Somos seres infranqueables si no estamos dispuestos a derrumbar las fronteras que levantamos.
Fronteras de piel, de ideas, de afectos; una frontera en cada persona, en cada país que cruzamos...
Seres impermeables, y así, tal cual, nos mostramos.
Tan sólidos e impenetrables, tan altivos como opacos.

Hasta que el amor aparece…
Acorta las distancias, cambia nuestros esquemas, y nos deja, sin saber cómo, el alma patas arriba.
Entonces..., sólo entonces, cambiamos...

Imagen: shaysapir

10 de mayo de 2010

Sin palabras...



"El empleo", de Santiago Bou Grasso (Corto de animación)
Argentina - 2008

9 de mayo de 2010

Otra felicidad es posible

"Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque creen que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría”.

(Hermann Hesse)






Cuán equivocados estamos, siempre empeñados en dejar nuestra felicidad a cargo de los demás.
Tan valiosa como es y nunca tememos depositarla en manos ajenas, como si nosotros no fuéramos capaces de conseguirla por sí solos.
Creemos, equivocadamente, que las personas o,quizás, las cosas tienen la clave para hacernos felices; entonces comenzamos posando nuestros ojos en los demás, en otras cosas, otros sueños, otros objetivos…

De su consecución parece depender que seamos o no felices; como si nuestras expectativas fueran, en realidad, el trampolín o el único medio para lograrlo.

Creemos que el ser humano rara vez se basta a sí mismo para conseguir tal fín y que sólo fuera de nosotros se encuentra el verdadero “nirvana”.

No comprendemos que la única manera de atravesar el puente hasta la verdadera felicidad es saber manejarnos a nosotros mismos; todo lo que está más allá , como digo, es otro aspecto humano y conocido, el de la insatisfacción.
La misma que nos hace desear más y más; nunca nos parece suficiente.

Antes de preguntarnos cómo podemos ser felices deberíamos preguntarnos qué es y dónde se encuentra realmente la felicidad.

Creo que ser feliz no es algo equivalente a poseer; no es un estado transitorio, sino más bien una actitud ante la vida, pienso yo.
Entonces por qué nos urgen tantas cosas innecesarias, de hecho; por qué nos creamos tantas necesidades, en fin.
Siempre recuerdo, con agrado, esta frase de Antonio Gala: “La felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante”

Probablemente seremos más felices cuanto menos necesitemos; es un error creer que la felicidad radica en el hecho de satisfacer nuestros propios deseos o expectativas.

Deberíamos ser más consecuentes con lo que necesitamos en realidad; porque estoy convencida que todo eso que, por lo general, nos parece tan imprescindible, luego no lo es tanto.
Y mucho menos que nos convierta en seres más felices.

Quizás confundimos felicidad con objetivos superados, metas cumplidas, sueños logrados.... Pero siempre habrá algo más...
Podrá no faltarnos de nada, conseguirlo todo y, aún así, sentirnos la persona más infeliz del mundo si no nos tenemos en cuenta.

¿Somos capaces de poner orden en nuestros deseos y relativizar su importancia…? ¿O es que el ser humano no está preparado para eso?...

En más de una ocasión sonrío al recordar a un buen amigo; cada vez que éste salía con su familia a dar una vuelta por algún centro comercial decía con un envidiable sentido del humor:

- A nosotros nos gusta mirar los escaparates para ver todo lo que, en realidad, no necesitamos comprar”…-.


Probablemente llevaba mucha razón o, casi con total seguridad, sabía muy bien porqué lo decía.

Este afán por no aceptarnos tal y cómo somos, por querer conseguir siempre más de lo que tenemos, por cambiar constantemente nuestros retos no digo que no sea respetable, sólo que deberíamos reflexionar más si el tiempo y los esfuerzos empleados para conseguir todas esas expectativas van a hacer de nosotros, acaso, personas mucho más felices….

Todavía hay demasiadas personas que no comprenden que sólo hay una manera de ser feliz; ésa es a través de nosotros mismos...
Pero no podremos conseguirlo mientras no nos demos cuenta que para ser feliz primero debemos darnos permiso...



El pescador satisfecho


El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su
barca y fumando una pipa.
¿Por qué no has salido a pescar?», le preguntó el industrial.
«Porque ya he pescado bastante por hoy», respondió el pescador.
«¿Y por qué no pescas más de lo que necesitas?», insistió el industrial. «¿Y qué iba a hacer con ello?»,
preguntó a su vez el pescador.
«Ganarías más dinero», fue la respuesta. «De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías
ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de
nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas... y hasta una
verdadera flota. Entonces serías rico, como yo».
«¿Y qué haría entonces?», preguntó ' de nuevo el pescador.
«Podrías sentarte y disfrutar de la vida», respondió el industrial.
«¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?», respondió el satisfecho pescador.


(El canto del pájaro - Anthony de Mello )




Intérprete: Yehudi Menuhin & Stephane Grap - These Foolish Things

6 de mayo de 2010

Ni sombra de lo que fui

De tanto acompañarme,
mi sombra se me ha ceñido
al cuerpo.

Con su traje ajustado
me veo vestida
de negro.

Pero ya no soy la sombra
de lo que fui.

Sólo la silueta que se cruza
en otra dirección.


Una extraña condenada
a desaparecer…

Imagen: Michelangelo84