La jara está en flor y las mariposas van posando su liviano cuerpo de pétalo en pétalo
Nunca supe dónde habitaban en la oscuridad, tan asustadizas que no se atreven a volar en la noche y, tristemente, mueren sin conocer el brillo de la luna y las estrellas.
Aletean su vuelo efímero, pero saben que volar es toda su vida.
Nosotros, mientras, vivimos apegados a nuestros pasos, como miedosas crisálidas que se niegan a la transformación, a abandonar etapas, como si fueran inservibles pieles que se tienen que desprender por el camino.
La jara blanquea los campos, las mariposas vuelan hasta su fin; mientras nosotros permanecemos expectantes, como si nuestra vida fuera un primaveral cuadro que sólo nos llena cuando lo contemplamos.
Hay un antes y un después de la vida; en medio tenemos la maravillosa posibilidad de vivirla como, en verdad, la deseamos. Pero ¿cuántas mariposas se atreven a volar en la noche?
7 comentarios:
No es fácil, no. Es necesario salirse de las rutinas que nos dejan atontados como autómatas (ojo, no todas las rutinas, solo las que no ayudan) y luego echarse a volar de flor en flor... de acá para allá :)
Besotes, guapa
Me gusta tu musica
No hay reglas Isabel... no hay reglas...
Como a las mariposas que se niegan a volar en la noche, nosotros, muchas veces, nos negamos a movernos fuera de donde nos sentimos seguros...
Claro, que siempre hay "polillas" ¿no???
Me recuerdas el dicho: "si en la juventud supiera y en la vejez pudiera" ... entonces hay que atreverse!
Un beso.
Para ver la luz, hay que adentrarse en la oscuridad, que dijo alguien.
oooxxx.
Me transporta la gracilidad de las mariposas, su transparencia que filtra luces y colores, su magia diurna de flores que me hace sentir grotesco en esa transición sostenida ante la cosquilla de un boleto incierto. Muy cierto y bonito texto, Isabel
Si, es cierto, nososotros nos resistimos a abandonar la seguridad de nuestra crisálida...
Un beso!
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