13 de enero de 2007

Fantasía en R.E.Menor




Cuando abrí los ojos me hallé ante un inmenso laberinto de letras, palabras y signos sin final.

Me di cuenta de que me había convertido en un ser minúsculo, como si hubiera bebido del mismo frasco que Alicia tenía en el País de las Maravillas.

Tal vez estuviera en Liliput o formara parte de mi imaginación en algún cuento que nunca me hubieran contado.

Tuve que situarme ante mi nuevo e inesperado estado para tomar alguna alternativa posible.
Caminé entre largas filas de palabras a cada lado, me sentía extraña entre paredes con sentido, intenté ir leyendo algunas, pero apenas llegaba a alcanzar con mi vista unas pocas frases completas, tal era la distancia entre cada palabra que mejor decidí inspeccionar el espacio entre ellas.

Me impresionó la visión al asomarme por uno de los huecos; como si de un mirador se tratase,desde alli pude observar un inmenso precipicio escalonado, donde no se alcanzaba apenas a distinguir el fondo.

Eran unas escaleras casi paralelas que iban descendiendo con una suave pendiente, de suelos blancos y paredes de negras letras.
No vi a nadie y ningún movimiento me rodeaba, así que decidí seguir avanzando por ese jeroglífico sin sentido hasta entonces para mí.
Continué bajando, mientras percibí un aroma que me recordaba el viejo olor de la tinta fresca, un olor intenso que no me resultaba desconocido.

Con cada paso que daba sentía un crujido leve bajo mis pies, como el de un recio papel que se arruga; el suelo, no era excesivamente duro, y tras de mí iba dejando las huellas de mi propio calzado.
No existían huellas anteriores.

Pude distinguir una luz alta y cálida sobre mi cabeza, aparecía lejana y artificial pero iba alumbrando con claridad mi camino.
Cuando me dispuse a descansar un momento, como no observé ningún lugar específico para sentarme, acabé haciéndolo sobre unos puntos suspensivos que me parecieron bastante adecuados para mi pequeña estatura.

Nunca había sentido tanto suspense como sentada justo sobre esos puntos enigmáticos que me permitían ahora reposar del largo trecho que ya llevaba recorrido.

Sabia que debía continuar mi camino con rapidez, ya que no disponía de ningún alimento ni liquido para beber y ya empezaba a sentir su falta en mi cuerpo, que aún permanecía en alerta ante mi inexplicable situación.

Mientras estaba sentada pude leer alguna frase más en la que estaba escrito: “A Bastián no le gustaban los libros que, con mal humor y de forma avinagrada, contaban historias completamente corrientes de gente absolutamente corriente”
Me quedé pensativa un momento y rápidamente recordé el nombre de Bastián asociado a un libro que sí había leído algún tiempo atrás, La Historia Interminable...

Evidentemente parecía tratarse de alguna frase sacada de ese libro; mientras continuaba descendiendo cada vez más rápido, me preguntaba si todas las palabras que se hallaban a mi alrededor formarían parte de ese libro, porque el camino me estaba pareciendo tan interminable como su título.

Llegando al final de mi recorrido, casi exhausta y sedienta, tuve que dar un salto para salir entre las grandes letras y me encontré sobre una superficie, en este caso, de madera; ya no tenía la misma sensación que había sentido mientras caminaba por el trayecto recién terminado, tampoco el olor era el mismo, ahora parecía, más bien, el olor del cuero.

Tomé un poco de distancia desde el punto donde me encontraba para lograr algo de perspectiva hasta poder alzar mi vista; quería distinguir en qué consistía el lugar que me había traído hasta allí, ya que no tenia parecido alguno ni con edificio ni montaña.
Nunca antes había visto un lugar tan extraño y sorprendentemente tranquilo.

Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando, al alzar mi vista, pude descubrir ante mí un inmenso libro abierto.
En ese instante me di cuenta de que me hallaba ante un ejemplar enorme, y yo me encontraba justo sobre la mesa de madera que lo sostenía.
La ultimas palabras que el libro tenía escritas decían:”Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”

En ese momento caí en la cuenta de que había estado pisando las páginas de un libro, había caminado entre sus renglones llenos de palabras, incluso descansando entre ellos, y que también yo había aportado mis pequeñas huellas allí dentro.
Ahora podía explicarme el olor a tinta penetrante y el intenso aroma que desprendían las cubiertas de cuero.

Nunca antes - pensé - había entrado tan intensamente en la historia de un libro sin haberlo leído.
Lo más increíble fue descubrir que al abrir mis ojos nuevamente, casi cegados por la luz de un flexo, me di cuenta de que, en realidad, me había quedado dormida sobre la mesa, mientras aún conservaba en mis manos el libro que todos vosotros imagináis...

6 comentarios:

Candelas Sanchez Hormigos dijo...

El sueño de estar en un libro, en una aventura no es nuevo para mi, por eso entiendo tu aventura.

Y sobre todo con es Historia Interminable...

Un beso

Isabel dijo...

Cuántas veces me gustaria poder entrar en algún libro o en alguna película,Candela...;mi fantasía no para nunca..jaja
Gracias por venir.

Anónimo dijo...

Isabel, una magnífica alegoría de la literatura, al tiempo que has sabido escoger un título muy representativo...

Un hermoso sueño, supongo...

Excelente

Un beso

Anónimo dijo...

me ha gustado mucho!, eso es como un viaje astral no?, por lo menos. Ay Bastian! qué recuerdos...hay un antes y un después de la Historia Interminable, a qué si? besitos

El detective amaestrado dijo...

Soñar con libros es como soñar dentro de un sueño, parece

Isabel dijo...

El tíulo que le he puesto a esta"fantasía" mía hace alusión al estado R.E.M del sueño( momento en que soñamos y nuestras órbitas oculares se activan con un movimiento característico indicativo de que estamos soñando)
Tal vez por eso la fantasía y el sueño se pueden llegar a fundir una misma cosa.
Gracias a todos por leerme y por vuestros amables comentarios