3 de febrero de 2007

Pesadilla

Tengo mucho sueño, demasiado sueño; los ojos se me cierran y entro en un sopor tan profundo que apenas a los pocos segundos pierdo la conexión con el mundo exterior y solamente existe el mundo onírico que abre sus puertas.

Veo caras conocidas, bocas que me hablan sin poder recordar lo que dicen.
Pero siento miedo, miedo de perder a los seres tan queridos y cercanos que aparecen en mis sueños; siento que son tantas las cosas que los amenazan que quiero despertar y poder abrazarlos, protegerlos.
Sentir su piel es una necesidad, porque no puedo controlar mis sueños.
Me da miedo todo lo que no puedo controlar.

Durante la noche he dormido profundamente, no he despertado ni una sola vez, hasta que la luz del día me dolió al abrir mis ojos...

Me levanto con una sensación amarga, sintiéndome sin protección y desvalida antes las posibles realidades que me estaban insinuando mis inconexos sueños.

Cuando vuelvo a oír sus voces tras la noche, cuando vuelvo a ver sus rostros todo me parece mas certero que nunca; pero el miedo de perderlos siempre me aguarda en la oscuridad...
Tengo miedo de volver a soñar lo mismo más veces.
Tengo miedo de mis miedos...
Miedo de estar gritando y no poder oírme.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Que relato más bonito. Me he sentido profundadamente identificado con cada línea que has escrito. Durante años he sabido contener a los fantasmas de mis temores en un rincón del subconsciente; cohabitando de pensión en mi cerebro. Pero con la noche, la memoria y la imaginación se confabulan en crear siniestras historias, tenebrosos pasajes que sobrepasan la razón; llamas y sombras en forma de pesadillas que torturan nuestro descanso con su embrujo, sumergiéndote en oscuros mundos de tinieblas.

Anónimo dijo...

Nos hemos sincronizado con las inquietudes; ayer escribí estas lineas relatando el mundo de mis sueños:

Mi castillo es una pequeña fortaleza en Destino, el país imaginario donde habitan mis sueños. Es una ciudadela amurallada entre aguas turquesas, que contempla su reino desde la cima de su colina, en un diminuto islote varado frente a la costa de un viejo bosque encantado. A sus pies las olas pintan las rocas con su resaca de espuma; y desde la almena más alta logro alcanzar la luna para mecerme sobre su curva al menguar. Tras la balconada del torreón se puede divisar la inmensidad del océano perdiéndose más allá del horizonte.

Destino es la patria de mis presagios; mi nación nocturna; un pedazo de fantasía perdido en algún lugar entre la nada y la realidad; un espejismo en la madrugada, que asoma al caer los parpados y se desvanece al alba. En mi tierra de ficción soy el príncipe infantil del castillo de piedra y marfil, en sus estancias me siento libre, liviano, volátil. Los fantasmas viven prisioneros en las mazmorras del fortín; y los deseos deambulan por los pasillos y alcobas, volando dentro de pompas de jabón. Los espejos revelan augurios del porvenir entre imágenes y susurros; mientras en el pozo de los anhelos las ondas en el agua descubren recuerdos del pasado.

Aquel castillo medieval en el crepúsculo es el hogar de mi imaginación, el templo de mis secretos, la cárcel de mis temores. Un espacio de delirios e ilusiones, entre quimera y utopía; Es mi pedazo de libertad, el rincón de mi felicidad, donde residen los versos, bajo las estrellas fugaces, allende del mar.

Anónimo dijo...

Hace algunas semanas quise retratar lo que siento hacia el miedo:

El miedo al dolor nos torna endebles y vulnerables, el temor a saber nos condena a la ignorancia; el terror a opinar nos oprime en la esclavitud, el no querer evocar nos despinta en el olvido. El pánico a amar nos sentencia a la soledad, el miedo a temer nos enferma de locura.

El miedo es un escalofrío solitario en la oscuridad, bajo la almohada, al recordar que algún día moriremos, y ya jamás, nada más sentiremos.

El miedo es un pajarillo con la jaula abierta, acurrucado junto a los barrotes que un día le encarcelaron, temblando aterrorizado frente a la libertad.

Toy folloso dijo...

"Voy a dormir que aquí en la cama no soluciono nada y mañana despejado puede que sí, voy a dormir que aquí en......"
He aquí las auténticas ovejitas.
Felices sueños.
Precioso blog.

Isabel dijo...

Bueno,como leo que andas algo "folloso" no quiero interrumpirte...
Gracias por pasar... ;-)

Anónimo dijo...

El miedo es el auténtico enemigo del héroe... o en este caso heroina...

Diego Santos dijo...

Las pesadillas más horribles se encuentran fuera de ese mundo de almohadas inconcientes y subconcentes desatados. Cuando la pesadilla traspasa la realidad, rasgando las vestiduras de nuestro mundo equilibrado, perdemos el sueño, perdemos las ganas de soñar.

Taxi-Toxi

Isabel dijo...

Itoitz:dejé antes un comentario para ti pero por lo que veo no se ha publicado,de todas formas te decia que tus palabras eran hermosas,una manera de combatir el miedo que tenemos es escribiendo...
Al menos a los que nos gusta escribir,nos libera en cierto sentido.Gracias por tus comantarios.

Buho:¿sabrías decirme cómo se combaten estos miedos? Yo no tengo madera de heroína por ninguna parte,es evidente,¿no?...
Pero tampoco me gusta sentir miedo,porque me paraliza y no me deja pensar libremente.
¡Maldito manipulador...!
En fín,nadie es perfecto...
Un besote.

Taxi-toxi: es cierto,las pesadillas más terribles son las reales;no las que se sueñan,sino las que se viven despiertos...
Lo mejor sería no soñarlas ni vivirlas...
Buen domingo y buenos pasajeros...;-)

Lorena dijo...

El miedo es algo irracional y perverso. Pero humano. Tenemos miedo porque todo es posible, porque todo puede pasar...la incertidumbre es lo peor. Pero bueno, hay que tener esperanza, mientras sólo sean pesadillas...estamos a salvo. Un gran beso!

Candelas Sanchez Hormigos dijo...

Miedo, siempre el maldito miedo.
Miedo ha perder a los seres queridos, a no poder despertar, a mirarse en el interior y ver que no nos gustamos; miedo a la conciencia; a los idos, a los que quedan...

Es bueno gritarlo (por lo menos a mi me lo recomendaron), siempre habrá alguien que te escuche, como ahora.

Un beso