5 de febrero de 2007

Un día de nervios (2ª parte)

El salón donde se celebraba el acontecimiento estaba lleno de buen ambiente; como en todas las bodas, las personas se predisponen a divertirse, porque saben que compartir momentos tan esperados después de tanta emoción contenida es mucho más gratificante


Las risas, las fotografías, los amigos que bromeaban ante la noche de bodas, todo eso componían un escenario feliz de gran fiesta familiar; justo cuando se oyó un grito.
Todos quedaron en silencio.
Una gran mancha de sangre estaba sobre el suelo del salón, ante la cara estupefacta de todos...

La hermana de la novia había sufrido una complicación en su embarazo: un imprevisto desprendimiento de placenta.
Actuar con rapidez era decisivo para evitar el alto riesgo que en ese momento corrían tanto la madre como su hijo.
La trasladaron velozmente hasta la clínica, mientras la celebración quedó rota por el inesperado acontecimiento; con el agravante de que se trataba de la hermana de la novia.
Tanto fue que la madre de la novia se tuvo que marchar de la celebración para acompañar a una de sus hijas en tan difíciles circunstancias, mientras que el padre, y a su vez padrino, permanecía junto a su otra hija en el día de su boda.

Todos intentaron seguir con ánimos, pero ya nada fue igual; las caras de preocupación por los acontecimientos familiares habían convertido una alegre celebración en un silente espacio donde todos, a media voz, lamentaban que todo hubiera sucedido de este modo.

Los novios, entristecidos, se limitaron a fotografiarse partiendo la tarta nupcial para conservar ese recuerdo, que de otro modo hubiera sido mucho más feliz.
Los novios decidieron ir a cambiarse de ropa para pasar por la clínica a la espera de noticias.
Nunca se habían imaginado esta manera de desvestirse en el día de su boda...

Llegaron ante la puerta de la clínica donde esperaban los demás familiares; ella subió las escaleras y vio a su madre que lloraba.
Esperaba junto al quirófano, todavía sin tener noticias del interior.
En ese momento se abrieron las puertas y salió una enfermera con un pequeño bebé en sus brazos; minúsculo, prematuro y liado entre pequeñas sábanas, debido a su imprevista llegada.

Era un niño menudo y se encontraba en perfecto estado de salud...
Su madre acababa de salir, aún dormida, de una peligrosa cesárea que la había debilitado mucho.
Pero mi primer sobrino había decidido no perderse la boda de su tía...
Debo reconocer que no tuve una boda perfecta; pero hoy puedo decir, por suerte, que tuve, sin dudas, una boda de lo más original.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Y que es un día perfecto? Más vale original e inolvidable por las disparatadas locuras que improvise el destino, antes que una agenda estructurada medida al milímetro.
El día perfecto no habita en tu mente sino en tu corazón, no está en los álbumes de fotos, sino en tus sueños y recuerdos.
¡Un abrazo!

Anónimo dijo...

Bien está lo que bien acaba...

Anónimo dijo...

qué historia!! bueno que todo al final saliera bien y sobre tu boda, quitando el susto al cuerpo...es anecdótica para contar por siglos y siglos familiares
:)!Beso

Isabel dijo...

La mayoria de la veces la mejor historia nos la ofrece la propia vida....Por algo dicen que la realidad supera a la ficción.
Gracias por vuestros comentarios, amigos Itoitz,Buho y Sofía.

¿Alguno más se presta a contarnos algun suceso interesante de su vida real?;-)

Isabel dijo...

Perdón,olvide cambiar la cuenta,wadalkivir soy yo,Isabel.

Hanna dijo...

A que no te olvidas jamás.
Un enorme beso para ti y para tu hermana.

Isabel dijo...

Te puedo asegurar,Hanna que esto no lo olvidaré mientras viva...
Gracias por visitarme.

Candelas Sanchez Hormigos dijo...

La alegría de la unión de una pareja y del nacimiento; la vida abriendose paso.

Susto, miedo, angustia y al final el canto del niño.

Risas.

Un beso