30 de abril de 2008

El efecto mariposa

Nuestros intereses cambian con los años, no siempre nos importan las mismas cosas, en cambio hay cosas que mantenemos a lo largo de toda nuestra vida, prácticamente, inalterables.
Desde gustos musicales, modas, comidas, formas de comportarnos, amistades, aficiones; hasta pasar por ideologías, creencias, manías, compromisos, viviendas, retos, deseos…
En fin, podría seguir nombrando muchas cosas y estaríamos de acuerdo en el hecho de que todos hemos cambiado en alguna de ellas a lo largo de nuestra vida.
Hay cosas importantes y otras que no lo son tanto; pero, incluso, lo que hace algunos años pensábamos que era importante es muy posible que hayamos tenido la ocasión de descubrir que, efectivamente, no lo era tanto, y viceversa.
Cuántas vueltas nos hace dar la vida en nuestra manera de pensar, de sentir, de creer, de actuar.
Estoy convencida que muchos de nosotros no imaginábamos nada de las cosas que nos han sucedido, ni tampoco la situación en la que nos podemos encontrar en la actualidad.
Algunos pueden estar sorprendidos con ella, otros decepcionados y los más afortunados, entusiasmados, quizás.
La gran mayoría vive al día, así sin más; incluso ni le preocupen, tal vez, estas cuestiones. En cambio, otros viven dándole vueltas a su cabeza, siempre pensando cómo serían capaces de cambiar su situación o, al contrario, cómo mantenerla.

El ser humano siempre está cambiando, aunque a veces entre en un círculo vicioso y sin salida, donde no existe evolución, sino involución; entonces su desarrollo permanece aparcado, jugando a favor o en contra de los intereses de turno.

Lo que parece interesante son las diferentes razones que nos llevan a cambiar; una es la propia insatisfacción y la otra lograr una mayor satisfacción aún: estoy satisfecho, pero quiero más.
El mundo se mueve por los intereses humanos, nosotros nos movemos por los nuestros y, en esta espiral, acabamos pisándonos unos a otros al intentar ir subiendo peldaños.

Es difícil encontrar una lógica a todo esto; así, a veces, el mundo que nos rodea, incluso el propio, nos parece algo caótico y sin sentido.
Pero ¿quién, en verdad, es capaz de poner un poco de orden, a no ser el propio ser humano?

El orden nació de la propia necesidad humana de organizarse, para que todos pudiéramos cumplir nuestro cometido y evolucionar de una manera más sensata.
El aprendizaje previo fue necesario, así nosotros necesitamos también ese aprendizaje personal que nos ponga cada cosa en su sitio y nos haga entender que no se puede llegar a cambiar nada de lo que no nos gusta y nos rodea si antes no hemos cambiado nosotros mismos.
El cambio más importante no se produce del exterior al interior, sino del interior al exterior.

Si asumiéramos esto con naturalidad, podríamos aportar nuestro grano de arena para que las cosas fueran mucho mejores en nuestra vida y en la sociedad.

Ante estas reflexiones yo me pregunto: si somos capaces de cambiar,
¿influiremos en las cosas y personas que nos rodean, en realidad?.¿Es esa interacción tan efectiva como para que provoque los cambios positivos que el mundo necesita?. ¿Es cierto que “el batido de las alas de una mariposa en Brasil puede provocar un tornado en Texas”?...

Después de esto, es fácil sacar una conclusión: no estamos dando los pasos necesarios para que esa gran “tsunami” de cambios se produzca en nosotros y, por ende, en la sociedad.

Cambiemos nosotros para que cambie el mundo. Así de tajante; es posible que suene a utopía, pero es preferible seguir intentándolo una y mil veces que darlo todo por perdido de antemano.
Si el comportamiento de los hombres no ha cambiado tanto como se esperaba de sus inteligentes expectativas es porque no ha sido capaz de crear una cadena de cambios personales efectivos en la teoría,pero que en la práctica se han ido perdiendo inútilmente, uno tras otro, entre las utopías de la historia de la Humanidad.
Quizás todo lo que hacemos tenga una consecuencia inmediata,pero comparado con todos los cambios que nos hacen falta acaba pareciendo, tan sólo, el polvo de las alas de una simple mariposa.
Aunque sin él le sería imposible volar...


Imagen: Nujudas



10 comentarios:

Manolo Merino dijo...

Hubo quién dijo que, de joven quería cambiar el mundo pero, llegado el punto en el que se encontraba, se conformaba con que el mundo no le cambiara a él.

Saludetes.

Anónimo dijo...

Yo creo que no es necesario intentar cambiar el mundo. Basta únicamente con cambiar cositas muy pequeñas en lo que nos rodea. El efecto no sé si es mariposa, pero funciona. No sé si suficiente, pero al menos en el entorno, lo hace.
¿O no has probado alguna vez a ir a trabajar en plan radiante, y te has sorprendido porque -no en todos los casos, claro- eso modifica la actitud de tus compañeros?

Inuit dijo...

Estoy por el cambio interior que se manifiesta en los actos individuales que se proyectan en todos los ámbitos de la vida.
A veces, toca esperar,aguantar y reafirmarse interiormente como un resistente pasivo hasta que los pequeños cambios se materialicen.Los grandes cambios requieren del sumativo de multitud de conciencias.
Auroras

Isabel dijo...

Jhwh,pues también es un reto importante,amigo,mio Y ,desde luego,difícil.Es complejo no absorber tanta negatividad.Me alegra tu vuelta,que disfrutes este día extra de descanso,suponiendo que no trabajes,claro.:-)Un abrazo.

Brujaroja,bueno, creo que quedan muchas cosas por cambiar en el mundo,pero tampoco estoy diciendo que yo sola pueda lograrlo,sería absurdo; sino que más bien es tarea y responsabilidad de cada uno de nosotros, en la parte que nos toca;pero desde luego siempre hay que aportar nuestro grano de arena.
Siempre hay cosas que son un poco contagiosas, como la alegria y el optimismo, que son alguna de ellas.Lástima que no todos lo aportan. Que pases un buen día y mira un poco el mar por mí, desde esa vista maravillosa que posees.Un beso.:-)

Unknown dijo...

pero bueno, lo cortés no quita lo caliente, no? no hay que renunciar a nada, ni a que te cambien, ni a cambiar, ni a que el mundo cambie; quien quiera cambiar el mundo sin que eso implique cambios en los propios actos, creo que está fuera de la realidad y de la utopía.
Pero mira, te cuento algo: yo sigo siendo el mismo que cuando tenía 14 años. Quiero querer y que me quieran. El resto.. el resto es la vida.

Salud!

Anónimo dijo...

Todo cambia y a todo nos adaptamos, acaso sea el ser humano la especie más capacitada para ello

El búho rojo dijo...

Cambiamos Isabel, tú lo has dicho... cada día somos distintos...

Desgraciadamente, no podemos cambiar todo lo que quisieramos... no somos capaces de hacer un mundo a nuestra medida, donde todo tenga el sentido que deseemos darle...

Tal vez, por que el mundo no nos pertenece, no podemos suprimir lo que los demás deseen, aunque no nos guste... Tal vez algún día debieramos poner la mesa camilla en la calle

Genial reflexión querida amiga.

Camille Stein dijo...

El cambio más importante no se produce del exterior al interior, sino del interior al exterior...

estas son tus palabras

creo que son una especie de evangelio

ojalá mucha gente se sienta atrapada por lo que dices este 30 de abril de 2008

un beso muy grande

Nobska dijo...

Isabel, tines mucha razón en lo que planteas, pero lamentablemente pareciera que el ser humano está dispuesto a hacer un extraordinario esfuerzo en cambiar las condiciones externas para estas que se amolden a su beneficio, en vez de ellos mismos cambiar y adaptarse a las situaciones. Creo que lo segundo es más difícil de hacer, pero igual se necesita de un balance para todo.
Te dejo un abrazo y que pases un muy buen fin de semana.

Anónimo dijo...

"SI UN MOMENTO BASTA PARA MORIR, DEBE BASTAR PARA CAMBIAR"