El mundo que tenemos me hunde demasiadas veces, al igual que aún conserva razones para levantarme. Paradojas de la vida que me descubren que este mundo no tiene orden, ni concierto.
Cuando ignoramos todo lo que sucede en él acabamos preocupándonos sólo por lo que nos incumbe a nosotros, sin más; como si viviéramos aislados y totalmente ajenos a todo.
Estoy segura que aún quedan personas, quizás desconocidas tribus apartadas de la civilización, tal y como hoy la entendemos, y no por ello menos “civilizadas”, que no están informadas; sin embargo la gran mayoría de los que habitamos el planeta no podemos permitirnos el lujo de “no saber”, no querer informarnos de lo que sucede a nuestro alrededor y en otras partes del mundo; especialmente cuando la globalización de los medios de comunicación, hoy en día, nos tiene informados en el acto casi de todo.
Así que muchas de nuestras actitudes no cabe pensar que son debidas a nuestra ignorancia, sino más bien a nuestra despreocupada indiferencia.
En medio de nuestras ciudades, en cualquier calle céntrica podemos fácilmente reconocer a personas que están ahí para informarnos; personas comprometidas que dedican su tiempo a alguna causa justa y urgente, como pueden ser refugiados, damnificados, enfermos, hambrientos...
Necesitados, en resumen; necesitados desde lo más básico hasta lo más humano.
Recordando, ahora,el estribillo de una canción de Facundo Cabral podríamos decir que “…hay una mitad del mundo con una flor en la mano y la otra mitad del mundo por esa flor esperando”…
En consecuencia, la próxima vez que nos encontremos con alguna de estas personas, al menos, tengamos la amabilidad de escucharlas; y si, con algo y en algo, podemos colaborar para solucionar esa parte del mundo que padece y necesita más que nosotros, lo hagamos sin ningún tipo de dudas.
Incluso es muy posible que "esa parte del mundo" que lo necesita sea,justamente, nuestro entorno más cercano.
Sé que son muchas las causas, los motivos y las circunstancias injustas que nos rodean, incluso seguramente en nuestra propia vida, pero no olvidemos que "la flor" que tenemos nosotros ahora, en nuestras manos, puede secarse en cualquier momento y, entonces, seremos capaces de valorar en profundidad el significado de la palabra solidaridad; y que yo sepa solidaridad no es exactamente lo mismo que caridad.
No nos confundamos.
Imagen: saez_album
5 comentarios:
La solidaridad es algo que podemos derramar cada día a manos llenas sin que nos cueste mucho. Sólo tenemos que concienciarnos de ello. Bonito texto. Abrazos
Tremendo post de arriba abajo!!
Una cita de George Bernand Shaw que la tengo muy reciente dice así: "El peor pecado contra el prójimo no consiste en odiarle, sino en mirarle con indiferencia. Ésta es la esencia de la humanidad".
Me ha venido a la mente por tu palabra indiferencia, que, en la medida que te leía la veia venir, inexorable, como otras muchas que más que palabras son formas de conciencia.
Precioso post para enmarcar...
HERMOSO POST ISABEL ME HA TOCADO EL CORAZON.
Muy bueno el post. Reflexiones de este tipo es lo que las personas necesitamos de vez en cuando; así como salir de la burbuja, salir fuera de nuestras ciudades y países y conocer otros modos de vida, otras gentes, otros mundos mucho menos favorecidos que el nuestro, para venir con la conciencia agitada y con ganas de ayudar y hacer algo por los demás.
Mary,gracias,de verdad,pretendo que sólo estemos un poco más cercanos a cosas que no deberían precisar ayuda en realidad,sino que esas situaciones de emergencia no debieran existir.Un beso.
Virginia,gracias por dejarme tu opinión y tu comprensión,espero que sea algo contagioso con los demás.Un fuerte abrazo en solidaridad con tu manera de pensar.:-)
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