Llevo bastante tiempo confirmando que vivir en una de las plantas más altas de mi edificio tiene sus ventajas; aunque también, por supuesto, sus inconvenientes. No lo pienso negar.
Sin embargo, me gusta la luminosidad con la que vivo y, ya en alguna otra entrada, dije que una de las mayores satisfacciones que tengo, al vivir aquí, es poder ver una puesta de sol distinta y espectacular cada día.
Aunque durante el otoño y el invierno, naturalmente, el viento y la lluvia rugen con fuerza. Confieso que en ocasiones no consigo acostumbrarme del todo, especialmente durante esos temporales infernales en los que mi casa parece convertirse, de repente, en un terrorífico castillo de los Cárpatos; donde el silbido del viento y su fuerza pueden atemorizar, sin lugar a dudas.
Descontando ciertos inconvenientes, me quedo con lo positivo que, creo, me compensa bastante.
Una de las cosas que más me gustan, al vivir en estas circunstancias, es la de poder disfrutar de las aves que cruzan el cielo de la ciudad, ya que soy aficionada a observarlo con asiduidad.
Durante todos estos años he visto pasar, en los cambios estacionales sobre todo, bandadas de flamencos, de gansos, cigüeñas que sobrevuelan edificios y que acaban posándose sobre algún lugar seguro de la ciudad.
Cierto es que mi ciudad está en la ruta que suelen seguir algunas aves con destino al Parque Nacional de Doñana, situado entre Huelva y Sevilla; por lo que suelo verlas pasar a menudo, generalmente al caer el sol de la tarde, sobre el horizonte.
Sin embargo, hace algunos meses descubrí, con placer, a unos nuevos inquilinos del cielo que merodeaban sobre el edificio y que cada día son más frecuentes en las ciudades.
Era una pareja de cernícalos que volaban cerca de mi ventana.
Desde entonces, con cierta regularidad, cuando tengo la ventana abierta, escucho sus chirriantes sonidos, como un aviso amenazante de su llegada y que me hacen asomarme para poder disfrutar de su vuelo.
Ya, en muchas ocasiones, he tenido la suerte de ver cómo se ciernen en el aire, pequeños y vivaces, juguetones vuelos de persecución, observadores y elegantes; entonces me siento afortunada por ser testigo de sus costumbres.
Este cielo, que en las ciudades se mira cada vez menos, aún nos regala, por suerte, espectáculos que casi nos pasan desapercibidos, entre tanto humo y ruido.
Por esta razón, entre muchas otras, sigo pensando que vivir “cerca de las nubes” todavía tiene sus ventajas
Y estar cerca del cielo es un privilegio que, a día de hoy, no cambiaría por nada.
Imagen:Artur Mikołajewski
10 comentarios:
Toda una inspiración el cileo, las aves, las puestas de sol y los amaneceres. Más cerca de los angeles y del dios que te habita, tu inspiración.
Inuits
Hola Isabel!!
Yo tmb vivo en las alturas, jejej y al estar cerca del mar un montón de Gaviotas pasan cerca de mi ventana con su canto(o su grito).
Es bonito verlo todo desde arriba aunque mi desventaja sean siete pisos sin ascensor. pero cuando llegas sabes que ha valido la pena ;)
Unbesote
¡Qué envidia ver las bandadas de flamencos! Besitos varios y disfruta de tu cielo...
"Bandadas de flamencos, de gansos, cigüeñas"..pero donde vives, criatura!..y cernícalos, ni tan solo sé que es un cernícalo, bueno si, de oidas !o_O
Te entiendo perfectamente !!..yo vivía en un quito piso y también veía las cambiantes puestas de sol, por circunstancias que no vienen al caso, me pasé al primero del mismo edificio...no sabes como añoro, que encima de mi, sólo el cielo..ays!
Besitos
Inuit,la inspiración no va conmigo a todas partes,por desgracia,ya quisiera yo jeje;pero veo cosas desde mi ventana que a veces me inspiran,sí,por suerte;aunque no en plan voyeur eh ;-)...Besos.
Rocio,ya me gustaria poder estar tan cerca del mar como tú,eso sí que me da mucha sana envidia,vaya.;-)Besotes.
Eria,gracias por compartir tus palabras por primera vez;verás, no es que esté viendo a diario bandadas,simplemente cuando suelen emigrar o es la estación idónea para ellas.Pero alguna vez que otra claro que sí las veo,aunque flamencos quizás sean las menos,generalmente son anátidas,incluso estorninos alguna vez.En fin después de tantos años aquí una ha visto ya casi de todo,menos ovnis jaja.Besos y vuelve si te apetece.:-)
Gwynette,a veces no es el lugar dónde vivo lo que me hace disfrutar de cosas hermosas,simplemente es el placer por la observación;en otro lugar he visto pasar, por ejemplo, algunas aves volando en la noche ,durante el verano.Y seguramente sobre ti también pasarán muchas veces,la cuestión es si miras en el momento oportuno.Hay que ser observadora,nunca se sabe.:-) Un besote,amiga.
Isabel, con la mirada con la que tú miras, valga la redundancia, se pueden disfrutar tantas cosas...
La próxima vez saluda a esos cernícalos de mi parte, ¿querrás?
Un beso ad-mirado. :)
Contemplar las aves me produce un sentimiento de paz y calma... debe ser por esa libertad inocente con que se mueven.... y se detienen... y emprenden velo nuevamente
un abrazo imaginario
VH
:)
Manda, tú siempre poniendo el punto cálido en los comentarios,amiga.Gracias por ser como eres.Un besazo.
Victor Hugo,yo siempre que observo las aves,no puedo evitar recordar el libro "Juan Salvador Gaviota",por lo que en realidad somos todos tan cautivos que no aprenderemos nunca a liberarnos del todo,es complejo;pero podemos aliviar un poco nuestras alas mirando el vuelo de las aves...Un abrazo :-)
Jwhw,esa sonrisa me da miedo jaja;a saber en qué nube estás pensando.;-)
Un besote,amigo; gracias por sonreír.:-)
Tu compartir es hermoso porque sabe acercar desde lo sencillo, lo verdadero del vivir.
Hablas de cielos y aumentas mi sospecha de que eres un ángel...
Besos amiga Isabel
Publicar un comentario