El hecho de cerrar una puerta, a simple vista, podría parecer algo aparentemente fácil.
Sin embargo,los días que sucedieron a la muerte de su madre, tuvo ocasión de comprobar que todo lo que, en verdad,nos importa raramente lo es.
Le daba igual no conservar ninguno de los viejos libros, ni ese antiguo retrato al óleo que le pintaron cuando contaba pocos años de edad y que,además, nunca llegó a gustarle; tampoco le parecieron tan importantes todas esas fotografías, en blanco y negro, que la familia había ido acumulando en el tiempo; inmortalizadas escenas que, a día de hoy,resultaban ya inolvidables.
Estaba convencida que el recuerdo era un lugar extraño que sólo almacenaba grandes momentos.
Cerrar esa puerta significaba para ella poner una fecha de caducidad a la parte más importante de su vida; no podía dejar de sentir, en ese mismo instante, que su pasado empezaba a convertirse en una pieza exclusiva,como muchas otras que conservaría después; hasta formar, con todas ellas, una valiosa colección de recuerdos atesorados a lo largo de su vida.
Después de desmantelar la vieja casa, sólo quedaba en el aire el inconfundible olor de la ausencia y un eco lleno de vacío tras sus pasos.
Su última mirada quedó marcada en la retina antes de cerrar la puerta; el mismo gesto que,tiempo atrás,había realizado mil veces con naturalidad,hoy se convertía en uno de los más duros de su vida.
Guardó en su memoria todo lo que pudo recordar; cerró la puerta con suavidad por última vez y dijo adiós a aquella vieja casa para siempre.
Imagen: Marykke
10 comentarios:
Es dejar todo un mundo atrás, es intentar guardar en cuestión de segundos en tu retina todo un aluvión de sentimientos... Es muy duro, pero así es la vida. Abrazos
Es curioso como a veces llegamos a los sitios en el momento justo.
Hoy es último dia de mi antigua casa y el primero de la nueva.
Y es que cerramos algo para abrir otra cosa.
Un abrazo
Lo he recordado contigo.
Yo, simplemente preferí no mirar atrás y recordar esa casa cualquier otro día de mi vida.
Me la llevé a cuestas hace ya mucho tiempo.
Besos hermanita.
Ligia,hay momentos por los que el tiempo no pasa nunca,pasamos nosotros.Un fuerte abrazo.
Elena,estoy convencida que llegamos cuando tenemos que llegar.
Espero que tu cambio sea el inicio de un hermoso y nuevo rumbo;imagino que además necesario.Como todos los cambios,amiga.
Es un placer tu visita,vuelve cuando te apetezca,Elena.
Muy acertada tu última frase,por cierto,muy cierta.Un abrazote,que no sea el último. :-)
Rosa,estoy segura que cada una de nosotras lleva un equipaje distinto,a pesar de compartir tantas cosas juntas.Un beso hermana.:-)
Yo nunca cierro las puertas que dejo a mis espaldas, aun a riesgo de traición o apuñalamiento. Pero sus palabras son hermosas.
La de casas que he dejado a mis espaldas,... de algunas ni me acuerdo, de otras llegué a despedirme con el ritual de besar las cuatro paredes para volver algún día... pero nunca volví,... ni cabe volver.
xxxooo.
Isabel, hay puertas que nunca se podrán cerrar.
Un abrazo
Gracias,amigo; pues yo tengo la manía de cerrarlas,aunque eso no me protege de la nostalgia.Mi abrazo.:-)
Jwhw,es verdad que hay lugares para volver,aunque sea mentalmente,en cambio otros,pasan y los dejamos atrás para siempre.
Es el grado de afectación lo que nos mantiene viva cada relación en el recuerdo,amigo.Está claro.
Buenos días. :-)
Estrella, tal vez por eso hay días que cualquier corriente vuelve a abrirlas de par en par,amiga.Un fuerte abrazo.:-)
Hola Isabel,
Hay gestos que no paramos cuenta hasta que somos conscientes de que los hacemos por última vez.
Hace tiempo vi una obra de teatro (de aficionados), se titulaba "hay que desmontar la casa", éste texto me recordó la obra, tremenda por su dramatismo, real, como la vida misma.
Un abrazo
Horabaixa, sí es verdad lo que dices,vivimos como si siempre pudiéramos seguir haciendo las mismas cosas.
Después la realidad nos recuerda siempre lo contrario.
Me alegra leerte por aquí,amiga.Gracias.Un beso.
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