26 de junio de 2009

Maldito domingo

Me arrojó la cerveza caliente que aún quedaba en la botella, lanzándola después lo más lejos posible; como intentando emular a un discóbolo griego, sin darse cuenta que yo estaba allí.
Mi pequeño cuerpo quedó atrapado en el minúsculo charco.

Aún seguía viva, intentando liberar mis patas tras la repentina tromba; mis espiráculos se llenaban poco a poco con el desvaído líquido.
Mis antenas aún eran capaces de percibir vibraciones con las risas de los que se alejaban…
Después de unas horas todo quedó calcinado…


Imagen: Fondos de escritorio

3 comentarios:

Manolo Merino dijo...

Eso es estar cerca de la tierra.
Tremenda historia mínima.

Bsos.

josef dijo...

Alucinante historia. me ha fascinado tu imaginación. solo puedo decir: Excelente!

Isabel dijo...

Amigos,vosotros sí que sois excelentes... :-)

Besos para ambos y feliz fin de semana.