23 de febrero de 2010

El desencanto

Durante estos últimos días he estado recordando con cierta añoranza algunos momentos de mi infancia.
A veces, la memoria es una niña traviesa a la que le gusta jugar al escondite; otras, en cambio, se abre y sangra como una herida dolorosa.

Sin embargo, en esta ocasión, me ha devuelto a una etapa de mi vida que se podría definir con una sola palabra: entusiasmo.
La etapa del entusiasmo por vivir, la curiosidad por todo, el afán de descubrir y conocer.

Tendría yo unos ocho o nueve años; por aquel entonces mi profesora de Ciencias Naturales tenía la maravillosa costumbre de llevarnos de excursión a un campo cercano al colegio.
Ibamos todas las compañeras siempre bien provistas de merienda, mientras tomábamos muestras de hojas e insectos que, con posterioridad, tendríamos ocasión de mirar atentamente a través del microscopio, en la clase del día siguiente.

De esas tardes maravillosas recuerdo la libertad de correr y “revolotear” de aquí para allá, sin estar encerrada entre las cuatro paredes de la clase.

Pero quizás, lo que mejor conserva mi recuerdo, es el entusiasmo que ponía en todo, la motivación enorme que sentía por descubrir todo lo nuevo que me rodeaba; como si el mundo fuera una maravillosa caja de sorpresas que me hubieran regalado y recién empezara a quitarle los hermosos lazos que la cubrían…

Magnífica ilusión de antaño que ha ido disolviéndose, paulatinamente, entre las aguas del tiempo.

Ahora, cuando recuerdo a esa niña tan llena de entusiasmo y contemplo a la mujer en la que me he convertido, pienso que algo ha fallado.
Algo importante se ha ido derramando en el camino…

Es evidente que he madurado, pero también he ido abandonando el entusiasmo que sentía por todas las cosas.
Pocas cosas podrían, en la actualidad, hacerme sentir esa misma sensación de admiración por todo de antaño.

Me he vuelto más racional, quizás demasiado; he perdido, no las ilusiones, pero sí parte de esa fuerza que sirve de motor para ir a por ellas.

Me siento desencantada de casi todo; aunque no deprimida.
Desencantada de tantas y tantos, de mí misma, de lo que nos queda entre las manos…
No es fácil reconocer todo lo que hay que asumir; que la vida cambia, nos cambia.
Pasamos, casi sin darnos cuenta, de disfrutarla a resignarnos ante ella; como si no estuviera en nuestras manos el poder de cambiar lo que no nos gusta.
Pero, ¿por dónde empezar?...


Imagen: Tomek-Manik

10 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

Ah! Que identificada me he sentido...yo me hago las mismas preguntas...¿será cosa de la misma edad? Quizás sea bueno empezar por respirar, despacio, profundamente. No es fácil además vivir con esa sensación de cansancio o de ver que el cuerpo no está igual de flexible. Yo cada día pienso en que tengo que aprender a pensar que esta es una nueva etapa...distinta. Y tus palabras me ayudan a no verme tan extraña...
Besos.
Paloma.

Fernando dijo...

somos un mundo cambiando...y un niño mirando dentro todos los juguetes que se van quedando en el camino..besos

ROSA dijo...

Abrimos las ventanas y miramos afuera?

Un besito hermanita

Ligia dijo...

Siento decirlo, pero estoy más o menos en el mismo punto del camino que tú. Y lo que es peor para mí, es el sentimiento que tengo del poco tiempo que hay para "volver a empezar". Abrazos

simply blue dijo...

Te entiendo Isabel porque siento cosas parecidas a veces. Creo que los años te van haciendo ver y sentir las cosas diferente, vas entendiendo, comprendiendo y reflexionando de otra forma y más profundamente. Experimento a veces desencanto,de casi todo,el mundo,la sociedad, los gobiernos, la gente en general, incluso la más cercana, de lo que se escapa y no vuelve, de lo que es y no te gusta y no puedes cambiar....puede ser desilusionante, pero mientras no muera la ilusión de nuestro interior, la pequeña llama que sigue creyendo...esa nunca debemos dejar que se apague, a pesar de todo hay mucho más por lo que sentir ilusión y por lo que seguir...no podremos cambiar grandes o muchas cosas, pero tan solo con que cambie una pequeña, ya merece la pena....

y lo siento, que me he enrollao, pero es que de para mucho....

un beso.

Walden dijo...

Oh, cómo lo siento, Isabel. Cuando lo descubrí, en aquella época, me lo guardé en un bolsillo y sigue acompañándome.
¿Has buscado bien en los tuyos? No puedo creer que lo que leo, lo que escucho, los detalles que adornan y muestran un blog tan cuidado no sean fruto de cierta ilusión, aunque sea la de transmitir y comunicar.

Un abrazo.

josef dijo...

en eso consiste tal vez la vida...en aprender a cultivar ese encanto infantil. Hay personas que lo tienen y son de verdad, las mejores.
UN abrazo.

LlunA dijo...

Es que cuando eramos niños no sabiamos qué era eso de "tener problemas" no habia nada malo...si habia nocilla para merendar y algo que hacer a todas horas, eso ya daba vida a la vida...
Qué tiempos aquellos...excursiones, piernas llenas de arañazos, risas y más risas...Y ahora todo son prisas...mmmmmque bueno poder cerrar los ojos, respirar....
no debemos perder el encanto, la inquietud, el nervio!!!
:)

JuanMa dijo...

Da un primer paso pequeñito, luego otro...

Un beso enorme.

williana dijo...

aveces Me Pasa Lo Mismo... Pero Con El Tiempo las personas aprenden y reflecionan de maneras diferente cuando esta en tu infacia te jallas la cosan tan pero tan faciles mientra va pasando el tiempo vas entendiendo que en la vida si quieres encontral hay que buscar que nada llega tan facil como crees,hay que aprender que asi como aveces trompisas y caemos tabien tenemos que aprender a lebantarno, no todo lo que briila es oro y siempre hay que seguir con la frente en alto y luchar, E aprendido que todo se puede nada es imposible en la vida.

Muchos besos