Desde que nacemos necesitamos las manos de alguien…
Poco a poco aprendemos a caminar y es necesario que nos sujeten fuerte para sentirnos seguros y atrevernos a dar nuestros primeros pasos.
Mas tarde seguimos necesitando la protección de quien nos toma de la mano mientras descubrimos este extraño mundo que nos rodea.
Cuando el tiempo nos va convirtiendo en adolescentes somos nosotros mismos los que necesitamos unir nuestras manos a las de alguien especial; alguien que nos haga sentirnos bien, que esté a nuestro lado y que nos ame.
Y, de este modo, seguimos madurando de la mano de los que queremos y nos valoran; esos que decidieron acompañarnos a lo largo del camino enseñándonos el significado de la palabra “familia”.
Ellos lograron rodearnos de otras manos; protectoras y cálidas, suaves y tiernas, cariñosas, solidarias, pequeñas y grandes, ancianas, infantiles....
Así, fuimos poco a poco conociendo el calor de otros tactos, la tersura de otras pieles, la ilusión de nuevas manos. Las manos más queridas…
Quizás conocimos las manos de nuestros propios hijos; ésas tan pequeñas que se aferran fuerte a las nuestras cuando nacen, atrapándonos ya para siempre...
Vivimos por ellas, para ellas...Las vemos crecer mientras las nuestras van envejeciendo y perdiendo la firmeza, la fuerza que un día nos regalara la juventud.
Nuestras manos van entumeciéndose llenas de dolor; dolor que llega cuando las manos se separan, cuando se acerca el temor de la dependencia, de la soledad…
Cuando, con los años, se nos van quedando frías, sin el calor de esas otras que antaño apretábamos a diario.
Manos que ya casi no reconocemos, arrugadas y secas; apoyada una encima de la otra sobre el delgado bastón que un día nos regalaron; quizás porque alguien se dió cuenta que ya no nos quedaban manos alrededor que nos ayudasen a caminar hasta el fin de nuestros días…
Imagen: dechobek
Intérprete: Rodrigo Leão - Vita brevis
4 comentarios:
¡Qué bien has definido la pura realidad!... Las manos dicen mucho de las personas.
Abrazos
y esas manos que rebosan cariño, siempre serán manos amigas en las que confiar...
Un beso
¿Y que me decís de las que escriben, dejando volar sus sentimientos a la punta de un lápiz, la plumilla de la pluma o la tecla del PC?
De cualquier edad, viejas o jóvenes nos invitan a compartir risas, tristeza, estupor, generosidad...
Un fuerte apretón virtual de manos, a las de nuestra Isabel, que nos propone siempre deliciosos temas...
Abrazos.
Paloma
Todavía recuerdos las manos grandes y ásperas de mi abuelo acariciando mi pelo, protegiendo, siempre.
Algo tan cotidiano, algo tan necesario y que poca importancia les damos.
Siempre maravillandome querida Isabel.
Y aunque no entro mucho, siempre te leo.
Buen fin de semana y besos.
Candela
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