12 de marzo de 2010

La madre

Con voz temblorosa y apagada, olvida su libertad entre otras voluntades ignoradas.
Era difícil imaginar que acabaría en un lugar así...

Ella parió cinco hijos; como cinco divergentes estambres de una misma flor.
Con los años, se acabó convirtiendo en la maleta vieja y olvidada que nadie reclama; una pesada carga que impide el paso ligero que la vida exige.

Habitó en la soledad, relamiéndose entre recuerdos de hambre y sacrificios, entre heridas abiertas que supuraban en silencio; hasta que la dependencia le ganó la partida...
La vida, al final de nuestros días, es una hueca morada que no se vuelve a llenar de contenido.
Pero una madre anciana aún continúa sintiendo como una madre.
Mas para los hijos se convierte en una moneda lanzada al aire, con su cara y con su cruz.
Y esa cruz,a veces, resulta demasiado pesada...

¡Qué pena llegar a viejos…! – lamenta ella…
¡Qué estorbo! – piensan ellos…

Mientras, en una residencia de ancianos, la madre intenta diluir el amargo sabor que deja en su alma el corto camino del olvido ...

Imagen: SapiensImaginarius




Película "Esperando la carroza"

6 comentarios:

Ligia dijo...

Muy triste y desgraciadamente, muy común. Abrazos

El búho rojo dijo...

EStoy completamente de acuerdo con Ligia... es triste, pero tan común que ya es habitual...

Un beso

divan dijo...

Una muy buena reflexión sobre la vida y la vejez, algo que parece que nos averguenza en nuestra sociedad

Enrique Rojas Guzmán dijo...

ojalá la justicia haga que los que tratan así a los mayores sean tratados de la misma forma

Un saludo

Anónimo dijo...

La vida dista demasiado de ser justa y en estas situaciones, más aun.

Besos.

Walden dijo...

Para ser un buen consumidor hace falta saber no mirarse más allá del ombligo, lo más egocéntrico posible, llenar tu vida de tantas cosas estériles debe resultar lo sufientemente caro como para tener que dedicar todo el tiempo a trabajar y el resto a reposar del trabajo. En estos términos, el tiempo para los hijos, y no te digo ya, para los padres, es un estorbo.
Una reflexión siempre necesaria, Isabel. Muy bien. Un beso.