9 de abril de 2010

Cuento para todos

La joven princesa Beatriz tenía un hermoso pajarillo de vivos colores, al que amaba y cuidaba con toda su alma. Su padre se lo había regalado,traído desde las lejanas tierras de donde había regresado hacía algunos meses, tras un largo y cansado viaje.
Cada día procuraba, con esmero y delicadeza, que no le faltase de nada; ni alimento, ni agua, ni limpieza.
Ella se llenaba de gozo al escuchar su dulce canto por las mañanas; parecía cantar de felicidad.

Su exótica avecilla solía posarse sobre una suave vara de madera; una pequeña anilla rodeaba una de sus patas, sujeta siempre por una delgada cuerdecilla que le limitaba el vuelo.
El animal tampoco parecía deseoso por huir de un vergel tan privilegiado como en el que se encontraba; siempre rodeado de atenciones y del cariño extremo que le prodigaba Beatriz.

Cada mañana el afortunado pájaro era colocado bajo los árboles del jardín, donde el revoloteo continuo de palomas, jilgueros y gorriones le hacía sentirse acompañado; tanto que olvidaba su cautividad regalando su alegre canto a todo el que estuviera atento y quisiera escucharle.

Beatriz se desvivía por ese animal y, siempre que podía, le gustaba sentarse a su lado para observarlo y escuchar su afable canto; a veces, hablaba con él como si de un atento confidente se tratase.
Podría decirse que, entre ellos, existía una extraña relación; más que el cariño parecía unirles el don de conocer los sentimientos del otro…

Eran constantes sus visitas a tan dulce ave, pero un día vio Beatriz que algo se movía entre las flores del jardín.

Con curiosidad se fue acercando hasta descubrir la silueta de una paloma moribunda; se encontraba malherida y su respiración era entrecortada…

Llena de ternura la tomó entre sus manos y la llevó al interior del palacio para curarle sus heridas; haría todo lo que estuviese en su mano para que sobreviviera, aunque sólo parecía quedarle un escaso aliento de vida.

Desde ese instante volcó todo su empeño en atender al desafortunado animal, ofreciéndole todo tipo de cuidados y atenciones que aliviaran su dolor; ya que Beatriz no soportaba su sufrimiento.
Nada era suficiente para mantener a la bella paloma con vida; como si el destino del animal le hubiera sido encomendado y al que no pudiera renunciar bajo ningún concepto.

Por fortuna había comprobado que no tenía roto hueso alguno; poco a poco, bajo sus atentos cuidados, la paloma iba recuperándose y sintiéndose más fuerte; sus heridas iban sanando, aunque Beatriz nunca llegó a comprender qué podría haberle sucedido para llegar hasta los jardines del palacio en tan mal estado...

Sin embargo,ella se alegraba de que así ocurriera, porque cada día que pasaba le parecía la paloma más hermosa del mundo y la quería un poco más.
A medida que iba recuperando su vigor, sus alas se volvían más ágiles; pero Beatriz seguía sin acordarse de su otro pajarillo.

Desde entonces, al pequeño compañero de sus horas, empezaron a faltarle las abundantes atenciones a las que estaba acostumbrado y que, sin saber porqué, había dejado de recibir.
En pocos días el animal comenzó a sufrir carencias; se quedó sin grano y subsistía gracias al agua que aún le iba quedando, pero llegó el día en el que también comenzó a faltarle...
A pesar de ello, su dueña querida, tampoco pasaba a visitarle.

El pajarillo dejó de cantar ante la extrema debilidad que empezaba a hacer mella en él; la tristeza iba consumiéndolo; puesto que no sentía, como antaño, los cariñosos mimos de Beatriz, la dulce princesa que desde siempre lo había cuidado.

Cada minuto que pasaba iba aumentando su debilidad, pero Beatriz, concentrada como estaba en la recuperación de su paloma seguía olvidando sus otros cuidados; le había vuelto la espalda a su pequeño pajarillo para desvivirse por una nueva avecilla...

A Beatriz le parecía un milagro la asombrosa recuperación de su paloma y el vigoroso aleteo que, de nuevo, mostraba; cada día disfrutaba dándole el grano, ofreciéndoselo incluso con sus propias manos, mientras escuchaba los arrullos cariñosos que la agradecida paloma le dedicaba...

Tan ensimismada estaba con ella que acabó olvidando por completo a su hermoso, pero moribundo, pajarillo.
Un buen día, mientras llevaba entre sus manos a la paloma para que,al fín, volase libremente se acordó de su pequeño amigo; entonces su corazón se llenó de repente de angustia, temiéndose lo peor...

Beatriz soltó la paloma, que voló con rapidez hacia el cielo, mientras ella buscaba con inquietud a su querida avecilla; mas, para entonces, su dulce cantor ya había muerto.
Su débil cuerpecillo colgaba, sujeto por la fina cuerda, a pocos centímetros del suelo…

A Beatriz se le partió el corazón y un tremendo pesar le llenó el alma, causándole tan gran desaliento que se sintió profundamente culpable.
Nunca podré perdonarme tan nefasto olvido - se repetía una y otra vez… -

En la soledad de su dolor Beatriz había aprendido para siempre una gran lección: sólo somos merecedores de lo que tenemos cuando sabemos cuidarlo…


Imagen: quinet

10 comentarios:

JuanMa dijo...

Cierto (¡qué montón de cosas no me merezco!).
Besos con cuidado.

Soledad Arrieta dijo...

Isabel, que fantástico relato, te felicito!
Cariños!

josef dijo...

Bello, triste y alegórico relato. me ha encantado leerte.
Besos!

Ligia dijo...

Precioso el cuento y además con moraleja. Abrazos

Anónimo dijo...

Nada es nuestro, nada nos pertenece. Si no somos capaces de amar en libertad, de ser libres todo se muere.

El amor puede matar.

Bellísimo relato lleno de sentimiento.

Feliz fin se semana querida Isabel.

Siempre estoy por aquí.

Besos a miles.


Candela

Walden dijo...

A veces le pregunto a algunas pacientes si saben por qué "maltratan" a quienes más le quieren, siendo luego tan "estupendísimos de la muerte" con cualquier conocido, y rara vez han sabido darme una respuesta coherente. ´
Es un buen ejemplo para los casos de celos, cuando nace otro hermanito en la casa, por ejemplo.

Un gusto visitar tu pisito

Isabel dijo...

Walden,el refranero español está lleno de ejemplos...
"Quien bien te quiere te hará llorar"
"Del amor al odio sólo hay un paso"
"El amor y el odio salen de la misma semilla"

Los celos seguramente son fruto de la duda;la incertidumbre,la inseguridad son las grandes enemigas de las relaciones,sean de la índole que sean...
El amor ,creo yo, también hay que saber madurarlo; a veces es como poner en manos de un niño alguna maquinaria peligrosa que puede acabar explotando...

En fin siempre son temas interesantes los que conciernen al comportamiento humano.
¡Y qué te voy a contar yo de éso que no sepas...! jajaja
Gracias y saludos.:-)


Gracias también a Juanma,Sol,Moderato,Ligia y Candela por seguir teniendo la paciencia de leerme.
Besos a todos y buena semana...

Con tinta violeta dijo...

Todo un señor cuento para enfrentarnos con la realidad. En realidad somos volubles y amantes de lo último que nos llama la atención...
para Walden, con los que queremos y nos conocen no valen las máscaras...con los últimos conocidos aun nos sirve tratar de ser "divinos de la muerte"...pero a pesar de eso el ser humano es increíble y sorprendente. Hay mucha gente bella suelta por el mundo...
Besos Isabel: esto es insuperable.

Anónimo dijo...

Por desgracia es un retrato demasiado real, enseguida nos olvidamos de lo bueno que tenemos ante el brillo de la novedad. Tendemos a no apreciar las maravillas habituales cuando otros oropeles nos deslumbran.

Muy buen relato, Isabel.

Besos.

Walden dijo...

Sobre lo que comenta "con tinta...": no vendría mal, a veces, que siguieran tratándote con el mismo respecto que a un desconocido. Al fin y al cabo lo que va a trascender es exactamente eso.
Un beso.