Se deshoja frente al espejo, deja caer sus pétalos lentamente, sin dejar de mirarse.
Recorre con sus manos la piel madura de sus brazos, mientras examina cada parte de su cuerpo que se refleja ante ella.
No descubre suavidad ni equilibrio; sus pechos vacíos caen sobre un abismo de gravedad disonante y su vientre, antes plenilunio de vida, se llena ahora de flacidez, como una flor marchita.
Es la fiel imagen de la impotencia ante el paso del tiempo….
Una pregunta retumba en su cabeza…
-¿Quién eres tú?-
-¿Quién eres…? -.
El mapa de su cuerpo revela irregulares afluentes que se derraman por su vasta geografía; sus dilatadas estrías son un reguero de pólvora que estalla donde ya no cabe la pasión.
Los años le explotan dolorosamente ante el rostro.
Cicatrices como heridas de guerra - repite en silencio -.
Sólo un superviviente sabe lo cruenta que puede llegar a ser una batalla.
Pero ella se prepara para la inevitable rendición.
El momento de alzar la bandera blanca y hacer, de una vez por todas, las paces con la vida...
Imagen: Sam Jinks- Still Life (Pieta) 2007
3 comentarios:
Impresionantes letras...
Has descrito dolorosa y realmente cómo debe sentirse una mujer ante el ocaso de su vida...
Triste,muy triste,pero lo imagino tal y como lo has contado magistralmente.
Un beso.
Me has dejado sin respiración Isabel, pero a la vez queda un poso de serenidad cuando imaginas a esta mujer recorriendo su cuerpo para despedirse de él. Algo me dice que se prepara para decir adiós a algo que sabe caduco y finito; y se prepara para algo intangible pero cierto. Al menos eso percibo yo...
Abrazos!!!
A lo que llegamos...
Por cierto, la "Piedad" de la fotografía no me gustó nada. Lo siento. Abrazos
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