24 de enero de 2008

Un cero a la izquierda

El profesor la señalaba directamente con su dedo índice, mientras pronunciaba su nombre en voz alta; desde el pupitre el corazón casi se podía oír latir en toda la clase.

La niña se levantó despacio y, más despacio aún, daba sus cortos pasos hacia la pizarra.
Su mente empezaba a quedarse en blanco mientras intentaba descifrar el resultado de aquel problema matemático que permanecía escrito sobre el encerado.

Su corazón latía en ese momento a mil por hora; de espaldas a sus compañeras intentaba leer el entresijo de letras y cifras que allí figuraban, pero su mente le gritaba, cada vez con más fuerza “no lo sé, no lo sé…”

Apenas llegaba a leer la primera frase y ya no podía pensar;con sus pequeñas manos, metidas en los bolsillos, intentaba hacer los cálculos que no era capaz de realizar mentalmente, con tanta ansiedad, que se equivocaba y tenia que volver a empezar.

Nadie podía darse cuenta de su agitada respiración ni su angustia, mientras el intermitente golpear del bolígrafo del profesor sobre la mesa comenzaba a derrumbarla por momentos.
Pasaron unos minutos y tomó la tiza sin saber muy bien qué escribir, ni cómo empezar.

Entonces escuchó la temida y esperada frase del profesor.
- ¿Qué sucede? ¿Este tampoco lo sabes hacer?-
- Parece mentira que seas la única que nunca lo entiende de toda la clase,mientras que su hermana siempre saca un diez.

Estaba a punto de romper a llorar; ella quería entender, pero nadie fue capaz de hacerle comprender un poco más, ante su dificultad.

En ese instante sólo podía escuchar la voz del profesor diciéndole que se quedaría cuando terminasen las clases, una vez más, para realizar una larga lista de problemas inútiles, que ella tampoco entendería…

Mientras volvía a sentarse en su pupitre, con la misma angustia de todos días, las demás compañeras la miraban y comenzaban a reírse entre ellas,como de costumbre.

Esa niña no llegó a aprender demasiadas matemáticas, evidentemente; pero,al menos, consiguió una cosa, aprendió a odiarlas para siempre...

12 comentarios:

Jause dijo...

Las matemáticas no es una ciencia que apasione a muchos, estoy seguro que las matemáticas se sienten igual de solas y discriminadas por sus otras compañeras asignaturas, nadie las entiende, y no quieren aprender el valor que ella supone para las demás. Cada un@ aporta su granito y contribuye a la construcción de lo que el todo, y cada granito es una pieza diferente a todas las demás, posiblemente la niña no entendiera las matemáticas, pero otras cualidades tendría.

Isabel dijo...

Seguro que sí,Jause,seguro que tendría muchas otras cualidades;pero qué lamentable pedagogía tuvo que soportar.
Nadie es perfecto,eso está claro.Gracias por tu vuelta,amigo.
Espero que tengas mejor didáctica en tus estudios.;-)

Manolo Merino dijo...

No siempre encuentro el ratito para visitarte, pero el disfrute es doble cuando descubro instantaneas como esta.
xxxooo.

Nobska dijo...

Haaa! Cómo no identificarme con lo que expones hoy Isabel! Esos métodos anti-pedagógicos anteriores por los que pasamos algunos. Esa ansiedad al cálculo numérico fue lo que aprendí en el pizarrón ... pero con el pasar de los años, ahora puedo decir que el que se ríe de último se rie mejor.
Ya me dieron ganas de enviarle una copia de tu texto algunos de mi ex-maestros. Un abrazo.

Enmascarado dijo...

Odiar es un despilfarro del corazón, y el corazón es nuestro mayor tesoro.

Quizá sea el momento de la reconciliación.

Te felicito por tu narrativa...me ha parecido estar sentado en uno de esos pupitres, con las manos sudorosas y el pulso acelerado por si al final el siguiente en resolver el problema era yo...

un beso con olor a tiza

LlunA dijo...

Ays Isabel, esa era yo en clase...odié las matemáticas...hasta el día que me dejaron tranquila, sin presiones y empecé a entender un poco más aquel jaleo de números extraños y signos...

Un besote

El Secretario dijo...

Hola Isabel.

No he tenido otra que acordarme de esta entrada que puse hace unos meses:

http://lazonalibredelsecretario.blogspot.com/2007/08/mi-justificado-odio-la-escuela-tercera.html

Abuso de tu confianza (por si alguien la quiere leer...)

La música de "Los chicos del coro", impresionante para ilustrar tu entrada.
La crueldad de profesor y (algunos) compañeros, pueden marcarnos de por vida.

Abrazo solidario.

P.S.: Gracias por todo y el enlace. Hago lo propio.

thoti dijo...

.. me recordaste mi infancia en experiencias similares y traumáticas con profesores inflexibles y nada pedagógicos..¡que horror!.. no solo me ocurrió con las mates, sino también con el latín, la física y la química.. yo más que odiar esas asignaturas creo que simplemente las he obviado en mi vida y es una pena porque, cualquiera de ellas, con un profesor que las amara, estoy convencido que me hubieran encantado.. aquellas eran enseñanzas estúpidas, dañinas y vejatorias..

Anónimo dijo...

Lamentablemente, las pobres mates no eran las únicas que sufrían ese estado: me has hecho transportar a una clase en la que se mezclaban la palestra, los nervios y la Geografía...
¡Menos mal que, después de ese tipo de experiencias,algunos pudieron aprender a aprender!
Un saludo, sis.

Isabel dijo...

jhwh,no importa que tardes en pasar por aquí,te aseguro que no paso lista,jaja;pero sigo contando contigo,que no es lo mismo.
Un abrazo y feliz fin de semana.

anna,creo que casi todos tuvimos experiencias similares en sentido pedagógico,el consuelo es recordar algunos pofesores que fueron verdaderos maestros de la vida y que nos enseñaron muchas más cosas importantes,aunque no fueran matemáticas. ;-) Un besazo amiga.

enmascarado,¿sabes?sigo sin poder ver las mates,lo siento;ahora sí son un cero a la izquierda para mí.
Claro que siento que me he perdido algo importante...
Bueno,siempre la vida nos compensa con alguna otra cosa,amigo.Gracias por ser siempre tan amable.Que disfrutes el fin de semana.Te lo mereces seguro.:-)

Rocio,pues yo acabé dejándolas a un lado y bueno,sigo viva,que no es poco.Un besazo,amiga.Gracias por tus comentarios.

Compañero secretario,veo que ha padecido los mismos horrores, o casi,que yo.
Bueno,en realidad, que casi todos los de nuestra edad ,años arriba o abajo; he leido tu post y me parece estar viendo las muchas veces que vi llorar en clase por cosas parecidas...
Recordar el aprendizaje con dolor y frustración no es nada motivador,no sé cómo hemos sobrevivido a ese tipo de escuela durante tantos años...
Será que,al final, fuimos buenos chicos..jaja.Un abrazo,amigo.

Thoti,es increible todas las cosas que aún tenemos pendiente de nuestra época escolar;es verdad que casi todos hemos vivido cosas que nos han dejado una marca imborrable,tanto por lo bueno como por lo malo.
Prefiero quedarme con los recreos,amigo jaja.
Feliz fin de semana,Thoti;nos vemos de nuevo en clase jaja ;-)

Sísifo,es cierto,menos mal que no pudieron quitarnos las ganas de seguir aprendiendo,al menos la asignatura que nos gustase,jaja.
Pero qué mal nos lo hicieron pasar algunos profes eh...
Un besazo y feliz fin de semana.

Mandarina azul dijo...

Querida Isabel, no es lo malo que sea triste tu relato, lo malo es que se corresponde con una triste realidad. Vaya métodos educativos (por llamarlos de alguna manera), basados en la humillación y en dejar en la evidencia y el ridículo... A mí estas cosas me ponen triste y de mala leche, a partes iguales.
Gracias por hacernos reflexionar.

Gracias también por el vídeo que me señalaste en A tontas y a locas, el de los extraterrestres... es una ricura. Lo conocía ya, pero cada vez que vuelvo a verlo no dejo de asentir y de sonreír de nuevo...

¡Muac! :)

Le Mosquito dijo...

Debo decirte que esa niña podría ser yo; con pito, pero yo.
A mi me tocó en suerte un profesor repugnante (es el calificativo que me ha salido, sin pensarlo; por algo será).
Me han dicho que las matemáticas son divertidas, pero el trauma que tengo es de aúpa, y no sé si alguien me lo quitará. Quizás, no debería esperar a que alguien lo solucione, pero me temo que yo sólo soy incapaz.
Asignatura pendiente, y hasta que encuentre algo de diversión en lo que hoy sólo entiendo como tortura.